La casa del padre es la penúltima novela que ha escrito Karmele Jaio hasta el momento. Uno de los protagonistas principales es Ismael, un escritor consolidado. Sin embargo, está bloqueado y no consigue escribir el nuevo libro que ya tiene apalabrado con el editor, aunque no se lo ha confesado a nadie. Nada de lo que escribe le parece bueno ni logra darle continuidad. Por otro lado, su madre sufre un accidente y la hospitalización le impide cuidar de su padre, por lo que Ismael ha de asumir esa tarea cada tarde. Y entre los dos no hay una buena relación. Además, algunos acontecimientos hacen que se preocupe en extremo por la seguridad de sus dos hijas. Todo esto le hace entrar en un bucle de inseguridad, pesadillas y regresiones al pasado; en concreto, a un hecho traumático de su niñez.
Jasone es la mujer de Ismael. Es quien primero lee sus obras, y además las corrige. Hace muchos años ella también escribía, pero lo dejó para dedicarse a su familia y ocupar un discreto plano, un lugar secundario, en su vida y también en la sinopsis de La casa del padre, así como en este y supongo que en cualquier resumen del libro. No obstante, Jasone ha recuperado la inspiración y la pasión y, últimamente, sin decírselo a nadie, está escribiendo su propia obra.
A lo largo de la novela Karmele Jaio hace una introspección a Ismael y Jasone como pareja, pero sobre todo a la infancia de cada uno y cómo desde esta el machismo educacional ha influido en su formación y personalidad. Ismael lleva a la espalda la pesada carga de no haber sido el «hombre» que su padre esperaba; Jasone la de relegar sus prioridades en pro de su marido y los cuidados de las hijas y el hogar.
Puede que penséis que el tema del machismo está muy utilizado. En ese caso os diría que nunca está de más hablar de algo que hace tanto daño y, en lo que se refiere a la novela, que no vais a leer más de lo mismo. Es una de las grandes virtudes de la autora: sabe poner en el escaparate los temas más peliagudos de manera que todo lector pueda sentirse identificado de uno u otro modo, y con simplicidad y naturalidad meter el dedo en la llaga y —perdonadme el tópico— no dejar a nadie indiferente. Los libros de Karmele, tanto La casa del padre como el resto, son textos que se leen con facilidad y sin embargo tan intimistas que consiguen empatía con todo tipo de personajes.
Se dice que todos los libros tienen tantas lecturas como lectores. Diría que esta es una de las novelas que más lo ejemplifica. En mi caso, me ha llegado de especial manera la juventud de Jasone, que sospecho tiene mucho de la de la autora, porque lo tiene de la mía y apenas me saca una década. «No nos han hecho más cosas porque nos han educado en el miedo y el miedo nos ha protegido. Porque nos hemos protegido con el miedo». Es esta una cita del libro muy significativa que también describe mi adolescencia. Otro lector, de otro género o edad, se verá más reflejado quizás en Ismael, o en su hermana Libe, que también tiene un papel importante en la historia; o en otra faceta de Jasone.
Aconsejo la lectura de esta novela por su calidad literaria, gracias a la pluma certera y natural de la autora, y por su mensaje. Con ella no solo reconoceremos vivencias propias, sino que también nos ayudará a entender las de los demás.
Curiosidades: - Karmele Jaio Eiguren nació en Vitoria-Gasteiz en 1970. Escribe sus libros en euskera y ella misma los traduce al español. Cuenta con una considerable bibliografía de novelas y libros de relatos, algunos premiados, traducidos a varios idiomas y llevados al cine y al teatro.