No importa la edad que se tenga, uno no acaba nunca de buscarse. Cada punto de encuentro con uno mismo es una línea de fuga que arrastra las conclusiones hacia terrenos inestables.
En las obras crepusculares escritas cuando la muerte empieza a llamar seguimos viendo dudas ("mientras dude yo sé que estoy viviendo"), incertidumbres ("tenemos un desorden en el alma"), incógnitas ("aporto mis preguntas sin respuesta"), pero hay algo que cambia: la actitud hacia ellas.
Hay una lucidez sosegada que permite una visión sin ansia, ciertamente melancólica como un dolor tranquilo. Definitivamente hay algo limpio en las obras de madurez. No hay grandes respuestas pero las preguntas son casi perfectas. Sus fisuras han sido selladas con el limo fecundo de la sabiduría.
En estas obras vemos a individuos maduros, lastrados por el tiempo y pulidos por las experiencias, bruñidos hasta el relumbre. Frágiles ya pero muy vivos aun. Siguen preparando "la boca por si vuelve un beso". Viven ya sin pena pero con gloria ("la gloria abre sus alas bienvenidas / nos envuelve en su asomo de misterio"). Ya nadie los engaña pero gustan de que algún autoengaño los abrace ("yo quiero engañarme a pesar mío"). Acosados a veces por lo que creían olvidado, lo transforman en remembranza, en paseo nostálgico por la espesura de la memoria.
Al final de su vida este tipo de hombres alcanzan a ver que todo fascina, que cada signo nos lleva a otro signo aun más misterioso, que "las catástrofes son revelaciones", que a pesar de la edad avanzada no sabemos hablar de nosotros mismos, que caminemos por donde caminemos siempre volvemos a Montevideo, que más allá sólo hay una incógnita que ninguna ecuación despeja, que hay que tener cuidado con la desdicha porque puede volverse una manera de vivir, que la poesía puede servir no para cambiar el mundo sino para cambiar de mundo. Este tipo de hombres acaban escribiendo libros luminosos, "Biografía para encontrarme" de Mario Benedetti es uno de ellos.
En fin, que hay poetas como Benedetti que incluso en el ocaso de su vida están más vivos que nunca, que hay atardeceres tan deslumbrantes que parecen auroras, que la poesía frena la muerte y amplifica la vida.