Si en las tres novelas de la saga de "El club de los viernes" la comida comenzó teniendo una importancia relativa como entretenimiento de Dakota y terminó siendo su profesión, Jacobs encara el tema en "Amigas entre fogones" de manera directa o principal. ¿O no? No, creo que no. Es cierto que la trama se desarrolla en relación con la gastronomía, pero no es lo esencial de la novela.
Gus (Augusta Simpson) es una presentadora de programas de cocina de gran éxito en la cadena de televisión para la que trabaja; sin embargo, los tiempos están cambiando y el público también, y los resultados de audiencia empiezan a verse afectados. Las nuevas tecnologías y las nuevas caras van marcando un nuevo camino. Por ese motivo el trabajo de Gus comienza a peligrar y no es el final de carrera que ella se imaginaba. La cadena la invita a hacer cambios en el programa para mantener el programa en antena. Nuevos personajes entrarán en su vida personal y profesional.
Encuentro en "Amigas entre fogones" dos nexos con la saga del club. El primero es el ya comentado sobre la utilización de la comida como hilo para desarrollar bien el crecimiento de algún personaje, bien para desarrollar la trama en sí misma. El segundo es, desde mi punto de vista, más importante porque se trata de una las principales virtudes de la narrativa de Jacobs: la capacidad para presentar, describir y hacer crecer a los personajes. Como en los casos anteriores, en esta novela encontramos varios personajes que tienen peso en el avance de la historia, Gus y Carmen como principales, pero otros personajes femeninos (Aimme, Sabrina, Hannah) y, en este caso, también masculinos (Oliver, Jeremy) van aportando su contribución a cada una de las vidas. Jacobs consigue que empaticemos con todos los personajes, ya sea odiándolos (exagerando un poco) en un momento o ya sea tomando partido por ellos; y esto lo consigue gracias a su forma de entregarnos a estos personajes.
Es cierto que en esta novela no vamos a encontrar una trama deslumbrante (en el fondo se centra en los entresijos de un programa de televisión, son sus enredos y otras circunstancias paralelas), pero solo por volver a descubrir la capacidad de Jacobs para dar vida a personajes tan normales, merece la pena leerla.
Si en el caso de la saga de "El club de los viernes" podíamos decir que se trataba del género chick lit, en esta ocasión, aunque creo que también nos movemos en este mismo ámbito, los personajes masculinos tiene mayor peso en la trama y son en algunos casos más decisivos, sobre todo si lo comparamos con el único personaje masculino que encontrábamos (con continuidad en las tres partes) en aquella. Aquí Gus es ese personaje femenino con fuerza, pero vive un momento en el que necesita apoyos externos (aunque tarde en descubrirlo). Me atrevo a decir que combina ese género con el bildungsroman (desarrollo moral, psicológico y social de los personajes; el desarrollo físico no lo contemplo en este caso, porque los personajes son adultos y no hay detalles sobre cambios físicos significativos para la historia). Gus, en el final de su carrera, se ve obligada a aceptar que ya que la vida televisiva no funciona como cuando ella comenzaba, debe adaptar su manera de pensar a las circunstancias personales (la relación con sus hijas y con los hombres) y profesionales; Carmen, la estrella emergente, asume que no es oro todo lo que reluce en este mundo de la televisión y que dejarse aconsejar por quienes tienen experiencia no es nada malo (de este personaje sí conocemos parte de su crecimiento cuando era más joven narrado por ella misma; como también de las hijas de Gus).
En resumen y sin querer vender humo, la trama no es un escándalo literario, pero la técnica de Kate Jacobs para hacer crecer a sus personajes a través de la historia que les hace vivir, sí merece unas horas de atención. Y, por descontado, que la trama no sea deslumbrante no quiere decir que sea mala, solo que ya la conocemos en un momento de nuestras vidas en el que la televisión y las redes sociales no lo cuentan todo cinco minutos antes de que pase…