No me extraña que Leonard Foujita fuese en realidad el Capitán Spock porque, si lo piensas, está bien que Frida Kahlo hable con un camaleón que no le presta atención, al fin y al cabo, es la Gran Cabeza de Cristal teniendo una cita con Vilma Picapiedra mientras a la muerte de Bergman le hacen trampas jugando al ajedrez.
¿Para vencer a la muerte hay que ser muy listo o hay que ser idiota? Yo no lo sé, como tampoco sé qué piensa Ionesco de los plátanos.
La verdad es que me da igual.
Creo que leeré Crimen y castigo. ¡Ojalá hubiera un documental sobre el tema! La dislexia no perdona ni a los Vampiros.
¿Qué es la cultura? ¿Qué es la contracultura? ¿Dónde encajan los yoyós en todo esto? Debería contratar a Perec para que lo averiguara.
John Arne Sæterøy (Molde, 1965), historietista noruego conocido por todos como Jason, ha metido en una coctelera todos sus referentes culturales y pseudoculturales y ha creado Amanecer roto, un cómic construido a base de historias cortas e hilarantes por absurdas, que llega hasta nosotros de la mano de Astiberri.
La magia de la ficción es que el límite no existe.
El estilo de Jason, inconfundible, funciona siempre. Podríamos hablar de la composición de página fija, de cuatro viñetas (2x2) amplias y claras, del dibujo nítido en la línea de Hergé, de que no utiliza apenas color y de que, en las pocas ocasiones que lo hace, suele elegir tintas planas y podríamos hablar del uso magistral de los silencios que dicen, casi siempre, mucho más que las palabras. Pero, lo que de verdad define el estilo del noruego, son sus figuras antropomorfas. Sus personajes están representados por perros, pájaros o conejos inexpresivos que, con cierta languidez, consiguen, sin florituras, pasearse por todo el abanico de experiencias y emociones humanas.
Es un error confundir simplicidad con la simpleza.
Detrás de la sencillez de los cómics de Jason se adivina un trabajo fino y depurado en el que nada se ha dejado al azar.
En su narrativa cabe todo y todo encaja.
La melancolía es la marca de la casa y, sin embargo, un peculiar sentido del humor envuelve cada viñeta creando esa personalidad incontestable que nos tiene enganchados desde que hace más de veinte años se publicara en España ¡Chhht! Y que, tebeo tras tebeo, nos sigue sorprendiendo.
Aki Kaurismäki, director de cine finlandés e influencia reconocida del autor, dijo: “La vida humana debe transmitirse con el humor. Sin humor, los espectadores y yo mismo nos vamos de la sala”.
No sé si abandonaríamos la sala o, en este caso, el cómic sin este elemento fundamental, pero sí sé que Jason no sería Jasón y yo no estaría escribiendo esta reseña cantando las alabanzas de su último libro y de su obra en general, como tampoco lo haría si prescindiera del absurdo o de la inexpresividad más expresiva que conozco.
“Me acuerdo de la época en que se pusieron de moda los yoyós”.
Me gusta pensar que existe un mudo donde podemos hacerle trampas a la muerte.