Al faro (Virginia Woolf)-Trabalibros
Al faro
Ficha técnica:
Editorial: Lumen
ISBN: 9788426418548
Número de páginas: 256
Género: Narrativa
Valoración:

"Y éste es el final", dijo, y vio en los ojos del niño, en el momento en que se apagaba el interés que había suscitado el cuento, otra cosa que ocupaba su lugar; algo pensativo, pálido, como el reflejo de una luz que a un tiempo le obligaba a mirar y a maravillarse. Dio vuelta, y vio, en efecto, al otro lado de la bahía, la luz del faro que enviaba a intervalos regulares, por encima de las olas, primero, dos rápidos centelleos, y luego un haz de luz imperturbada. Lo habían encendido.

Al poco tiempo James preguntaría: "¿Iremos al faro? Y ella tendría que responder: "No, mañana no; tu padre dice que no." Por fortuna entró Mildred a buscarlos y el revuelo le distrajo. Pero James seguía mirando por encima del hombro, mientras Mildred se lo llevaba, y su madre tuvo la seguridad de que iba repitiéndose: no iremos al faro mañana; y pensó en que se acordaría de esto toda la vida".


La realidad no es única, ni plana, ni uniforme. A menudo se la confunde con los hechos, cuando en el fondo los hechos no hacen más que ofrecer una visión parcial de la realidad.

Algunos dirán que la realidad es la verdad y la verdad la vida misma, pero es que la vida se desarrolla simultáneamente en distintas dimensiones. Porque, ¿qué es más real, los hechos en sí, los pensamientos que elabora nuestro cerebro o las emociones que nos invaden? Que no te engañe la supuesta asepsia de los hechos: puesto que nada es objetivo tras pasar por nuestro filtro personal, tan importante para el ser humano es una cosa como la otra.

Porque esto, esta amalgama de de situaciones, ideas y sentimientos procesada de manera individual, es la vida. Ni más, ni menos. Al menos la vida interior, experimentada desde el punto de vista humano, que es el único que conocemos en profundidad.

Siempre he pensado que existen básicamente dos tipos de escritores: los contadores de historias y los que persiguen capturar la esencia de las cosas. Virginia Woolf, sin ningún género de dudas, pertenece al segundo grupo. Como buena observadora introspectiva, intuye que "la vida, a fuerza de estar compuesta de incidentes nimios y aislados que viven uno a uno, acaba por ser, toda ella, un todo encabritado" y advierte que los procesos que se desarrollan en nuestro interior tienen para nosotros más repercusión que los acontecimientos externos, porque éstos no existen sino del modo en que los procesamos cada uno de nosotros, que será distinto según el sujeto y la situación.

Pero, ¿cómo expresar con palabras la experiencia interior? ¿Y cómo transmitir esa experiencia de varias personas que la viven simultáneamente? El ser humano es tan complejo que la mayoría de las veces ni siquiera somos capaces de interpretarnos a nosotros mismos, ni de hacernos entender más allá de relatar hechos externos, explicar pobremente ciertos sentimientos o exponer un puñado de ideas. Si el hecho de conversar sobre la vida o sobre la muerte fuera de los tópicos habituales es tremendamente complicado, reflejar con palabras el maravilloso caos de la vida interior es prácticamente imposible.

Difícil tarea la que se impone Virginia Woolf. Para navegar sin naufragar en aguas tan turbias ideó un sistema: dejó la pluma libre dotándola de la misma agilidad con que vuela nuestro pensamiento, inventando así un recurso que más adelante fue llamado por los críticos "flujo de conciencia". Y lo hizo combinando la conciencia de distintos personajes y desobedeciendo las leyes del tiempo. El resultado fue tan moderno y novedoso que consiguió captar las miradas de los principales expertos y abrió nuevos caminos por explorar para la novela, sendas arriesgadas por las que sólo unos pocos genios de la talla de Proust y Joyce se atrevían a adentrarse. El esfuerzo mereció la pena: con "Al faro" Virginia Woolf aportó a la sociedad una de las más grandes obras de la literatura universal.
Enviado por: Clarice Lagos
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