Un escritor barcelonés, arrepentido y "casi dolorido" de todo lo que ha escrito hasta ese momento, decide conducir su vida hacia el mutismo literario. Podría escribir más, pero prefiere no volver a hacerlo y convertirse en un Bartleby. De forma casual y gracias a un congreso sobre el fracaso al que asiste se encuentra con una "historia de duelo y abismo" protagonizada por el espíritu de un escritor contemporáneo suyo, Juan Lancastre, y su familia: un hijo y una amante, teóricos de la desgana y aquejados del mal de Oblomov, y una esposa fría, maquiavélica y cruel. Este hallazgo, auténtico filón literario, le hace posponer su decisión de abandonar la literatura y se prepara para reconstruir y reinventar la autobiografía de Lancastre, en la que pretende reflejar el alma literaria moderna, el "aire de Dylan".
Esta trama -en la que concurren, por una parte "el drama de la sucesión" y la rivalidad artística entre un hijo que busca la verdad y la autenticidad detrás de la emoción original y un padre que representa "el pálido fuego de lo posmoderno", con sus juegos literarios y sus estrategias vanguardistas, y por otra la necesidad de silencio de un novelista que descubre que "el fracaso es la prefiguración natural del destino del escritor"- sirve a Enrique Vila-Matas para vehicular alguna de las claves literarias más representativas de su escritura, como son:
- Obsesión por las citas, que pierden su autoría para ser de todos, y por la intertextualidad, ya que "nada sale de la nada" y cualquier idea tiene una infinidad de precursores.
- La impostura, "el infraleve arte de ser muchos", como forma de estar en la literatura y en la vida, generando una "caravana de personalidades", de heterónimos y seudónimos, que al final acaba siempre en confusión y escisión de identidad.
- Cruzada contra la narrativa tradicional y los "códigos del realismo" literario.
- Hibridación de géneros para superar las convenciones que apoyan las tramas habituales de principios y finales previsibles, diálogos tópicos y "marquesas que salen de la casa a las cinco de la tarde".
- La superación de la insufrible cuestión de las relaciones entre realidad y ficción en la literatura, lo "auténtico y lo falso" son dos polos condenados a fusionarse, como ocurre con los "recuerdos inventados".
El resultado final es una novela en la que se cumplen todos estos presupuestos anteriores, una novela convertida en una "gran fiesta de la astucia y la mascarada". Las rocosas y consistentes identidades de los personajes, opuestas al principio, se van contaminando unas de otras, produciéndose trasvases, implantes, injertos, mutaciones; ya nadie es lo que era y todos son un poco el otro. El espíritu de Hermes el polítropo planea sobre la novela. Si la realidad es flexible, multiforme y cambiante, los seres humanos que integran dicha realidad también deben serlo. Si Vila-Matas es un ser humano y por lo tanto forma parte de la realidad, debe ser necesariamente cambiante, polimorfo, aunque eso sí, siempre de forma infraleve. Vila-Matas es Lancastre, Vila-Matas es Vilnius, Vila-Matas es Débora, Vila-Matas se llama Pedro Páramo, como todo el mundo.