"Resulta curioso que cada vez que alguien me pregunta a qué me dedico, y contesto que soy psicóloga de cuidados paliativos, automáticamente se cambia de tema. Casi nadie me pregunta por mi trabajo, casi nadie quiere oír hablar de enfermedad, ni mucho menos de muerte, cuando lo único seguro en nuestra vida es que moriremos".
Sin embargo, es de eso de lo que habla Sara de Miguel en este libro de hechos reales: de su trabajo, de enfermedad y de muerte. Los primeros doces capítulos están dedicados a doce pacientes y llevan por título su nombre. No solo trata a las personas cuya enfermedad ya no tiene cura, también a los familiares, bien porque necesitan ayuda para sobrellevar la próxima muerte de sus seres queridos, bien porque ya la han sufrido y no pueden superarla.
Sara relata cómo, tras llamar a su puerta, conoce a los pacientes. Los define física y anímicamente, nos cuenta su historia y la manera en que ella, como profesional, los trata; también sus propios sentimientos. Además de Sara, médicos y enfermeras asisten a los enfermos a domicilio, y tienen un gran papel en sus últimos días y en el acompañamiento a los familiares. Al final de cada capítulo, la autora aporta la lección que le enseñó esa persona y su reflexión personal.
El último capítulo, el decimotercero, es una biografía de la propia Sara: resumen de su niñez y juventud, las razones que la llevaron a elegir su profesión y cómo la ha vivido hasta el momento.
Es un libro con una carga emocional máxima, por dos motivos: uno, el saber que son hechos reales, que cada historia la ha vivido y sufrido una persona y su entorno, y cualquiera con un mínimo de empatía también la sufre al leerla; dos, que es algo que «le podría pasar a cualquiera». No son ancianos que se apagan porque el cuerpo no da más de sí, son mujeres, hombres, jóvenes, niños y niñas de diferentes edades, a los que detectan una enfermedad a la que no logran vencer. Lo dicho: podríamos ser cualquiera, podría ser cualquier ser querido, y ese miedo angustia.
Profundiza en las necesidades de las personas cercanas a la muerte y de su círculo más íntimo, pero también nos hace ver a los expertos en diferentes ramas de la salud que las atienden y les dan la mano hasta el último momento. Profesionales que, a su vez, tienen su propia vida y fantasmas más allá de su trabajo. Detrás de cada término (enfermo terminal, enfermera, médico, psicóloga…) hay mucho más, hay miedo, esperanza, tristeza, aspiraciones…
Llama la atención la prosa sencilla y directa de Sara, no adorna ni ahonda en la desgracia para conseguir un efecto más trágico o sobrecogedor. Con un lenguaje claro y una manera natural de hablar sobre sus experiencias y la muerte, sus relatos son muy conmovedores.
La muerte existe, y evitar hablar de ella no hace que desaparezca. Al contrario, conocer lo que hay antes, alrededor, y lo que deja después de la mano de una gran profesional —y con seguridad gran persona— como Sara de Miguel ayuda a aceptarla, y por tanto encararla y tolerarla con menor dificultad.
"Mi mayor aprendizaje estos años ha sido que si escucháramos más a las personas que se acercan a la muerte, les ayudaríamos a morir mejor. Y sobre todo, que si escucháramos más a las personas que se acercan a la muerte, aprenderíamos a vivir mejor".