La sombra de Goya

"La sombra de Goya", primera novela de Matilde Lladó —aunque no su primera obra literaria— comienza en la entrega de los Premios Max de las Artes Escénicas, a finales de 2022. Cuando Juan, ganador del premio al mejor autor teatral, empieza su discurso, cae desplomado al suelo, ante el asombro de los asistentes a la gala, telespectadores, realizadores y todo aquel que lo presencia. Entonces, Sara, que está viéndolo en diferido desde su casa, se echa a reír y decide que es momento de abrir la botella de tequila de importación que guarda para una gran ocasión. La estupefacción del lector ante esta reacción debe de ser similar a la de los espectadores ante el síncope del galardonado, pero todo tiene una explicación y la encontraremos entre las páginas de la novela.

Tras ese primer capítulo, Matilde nos lleva atrás en el tiempo para conocer las historias de dos mujeres. Una es la Sara de 2019, una joven graduada en Historia del Arte, liberal, impulsiva y asidua a fiestas, que no tiene muy claro qué hacer con su vida. En su eterno posponer el encontrar un trabajo, decide apuntarse a un curso de Dramaturgia, gracias al cual se interesa por la vida de la segunda protagonista: Rosario Weiss, una pintora del siglo XIX, discípula del célebre Francisco de Goya y de la que apenas se conserva información. Sin embargo, Sara está decidida a conocerla, y esa investigación será lo que más en serio se tome en mucho tiempo.

Todos los capítulos llevan por título un color diferente y comienzan con una cita en la que aparece dicho color. Cada uno de ellos cuenta una parte de la historia de Sara o de Rosario, y se van alternando. Al uso de las obras teatrales, Matilde indica al comienzo del libro los personajes por orden de aparición, así como cuáles son ficticios. Y es que se podría decir que "La sombra de Goya" son dos novelas en una: por un lado, la trayectoria de Sara se podría catalogar como ficción moderna. La protagonista nos la cuenta en primera persona y con su estilo informal, y podemos ver cómo crece sin perder su esencia. Por otro lado, la crónica de Rosario Weiss sería una ficción histórica, en la que un narrador neutro en tercera persona desarrolla parte de la vida de un personaje real. Esto es posible gracias a la exhausta labor de documentación que lleva a cabo Sara en la novela, que es la que ha realizado la autora.

Es llamativo cómo Matilde ha conseguido caracterizar con estilos propios y reconocibles ambas historias e intercalarlas de manera natural. Incluso ha logrado establecer cierto paralelismo entre las vidas de las dos mujeres protagonistas, algo difícil de imaginar dadas las diferencias entre ellas, tanto en la personalidad como en la época, lugar y circunstancias. La frescura, el descaro y los actos de dudosa moralidad de Sara entretienen y la figura históricamente olvidada de Rosario crea interés. En cierto modo, ambas mujeres se ayudan mutuamente: una consigue centrarse en algo le ayuda a encauzar su camino, y la otra logra el reconocimiento que los historiadores no le han dado —aun y todo, con seguridad menor del que merecería—.