"El misterio de Salem’s Lot" no fue una mala novela. Pero tampoco resultó en lo que se esperaba de ella. El éxito que Stephen King había cosechado con "Carrie" había sido fulgurante, pero, de alguna manera, su segunda creación no sació las expectativas de su entonces reducido número de lectores. Involuntariamente, King se situó a sí mismo en medio de una encrucijada. De su siguiente obra dependía su consolidación como novelista o bien la vuelta al relato corto. En 1977 nació "El resplandor". Tres años después, Stanley Kubrick y Jack Nicholson lo convirtieron en un bombazo de la gran pantalla. A día de hoy, más de cuarenta años después, es uno de los principales clásicos de la literatura de terror.
El resplandor cuenta la historia de los Torrance. A Jack, el padre de familia, le es ofrecido un puesto de trabajo como vigilante del Overlook, un hotel en Colorado al que se traslada con su esposa e hijo. Lo que desconoce es que sobre sus paredes aún planea la sombra de huéspedes anteriores…
El libro da el pistoletazo de salida a algunos tópicos narrativos que, con el paso del tiempo, terminarían acompañando al autor en todos sus trabajos: la presencia de un lugar amenazante, cuya sola mención hace temblar al lector; la perspicacia de los niños, que saben mucho más de lo que sus padres creen y, sobre todo, el ritmo de la trama. La pluma de Stephen King se mueve con parsimonia premeditada. El de Maine va envolviendo poco a poco el argumento, como si de una boa constrictora se tratase. Sin prisa, pero sin pausa. Todos, absolutamente todos los pensamientos que rondan la cabeza de los personajes se ven reflejados en las páginas, desde las decisiones más nimias a los dilemas más determinantes. De esta forma, antes de alcanzar el desenlace, nos sentiremos tan conocedores de la familia Torrance que casi podríamos anticipar sus acciones y los sentimientos que aflorarán en su interior.
Precisamente, las elucubraciones de los protagonistas dejan traslucir la moraleja de la historia: es imposible pisar el pasado. Los tiempos pretéritos nunca quedan atrás. Al contrario, caminan constantemente a nuestro lado e incluso delante de nosotros. Y lo harán siempre. Poco importa que hayamos buscado enterrar hábitos perjudiciales o que hayamos pedido disculpas a la persona que más queremos. El recuerdo no se borra, tan solo se aparta. La tenaza del remordimiento puede aflojar su presión sobre nosotros, pero nunca nos dejará libres. Y es en situaciones límite cuando volverá a apretar, cuando el arrepentimiento hace acto de presencia, cuando se sienten deseos expresos de que la tierra nos trague y cuando anhelamos fervientemente ser una persona distinta, cualquier otra, con tal de no seguir siendo nosotros mismos.
Por eso, para evitar esta coyuntura, King insta –de la manera más retorcida y macabra posible– a cuidar de la familia. A resolver las diferencias, a no dejar nada en el tintero, a sacar la cabeza de la arena y afrontar la realidad con todas sus consecuencias. Solo manteniendo unos vínculos familiares saludables está garantizada la verdadera felicidad. Aparentar tenerlos, por el contrario, acarreará el peor de los problemas. Y en esos problemas estarán involucrados irremediablemente nuestros seres más queridos.
"El resplandor" mezcla los cuentos de fantasmas tradicionales con una narración lenta, pero acompasada, que culminará con un extraordinario mazazo de realidad sobre la preservación del núcleo familiar, el alcoholismo y la violencia. Escalofriante, aplastante y adictiva, es una cita indispensable para aquellos fans del maestro americano del horror.