"Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo".
Ese es el pensamiento que invade a Pierre Anthon, un joven adolescente que, desmotivado por el sinsentido de la vida, decide en ese momento abandonarlo todo. Deja de asistir al colegio y se encarama a lo alto de un ciruelo, del que no piensa bajar, porque "cuando nada importa es mejor no hacer nada que hacer algo". Desde allí proclama a todo el que quiera oírlo sus razonamientos.
Entre sus compañeros de clase se monta una auténtica revolución: hay que cambiar su punto de vista y demostrar a Pierre que la vida merece la pena. El plan que trazan para conseguirlo consiste en aportar cada uno los objetos que para ellos tengan más significado, amontonar en una pila simbólica todos los valores de la vida.
Los chicos comienzan recopilando pequeñas cosas que presenten valor sentimental (una muñeca, un peine...) objetos personales ligados a un recuerdo. Pero no es suficiente para impresionar al pequeño Pierre. Se hace necesario intensificar la acción, si pretenden tener éxito deben poder representar temas realmente trascendentales para el hombre.
Así, poco a poco van añadiendo a la lista conceptos de mayor entidad, como el valor de la vida, la pérdida de la virginidad, la importancia de la religión o el respeto por la muerte.
En su afán de impactar acaban utilizando todos los medios a su alcance y no dudan en violar compañeras, cortarse dedos, descolgar cruces de las iglesias o desenterrar cadáveres. Sumergidos en esta espiral de violencia, la idea inicial acaba convirtiéndose en un juego morboso donde lo que cada uno busca es hacer más daño al compañero, en venganza del que antes le han hecho a él.
¿Qué está fallando en nuestra sociedad, que crea jóvenes a los que les resulta difícil encontrar el verdadero sentido de la vida? ¿Por qué resulta tan fácil llegar a la violencia, qué sutiles mecanismos la desatan? ¿Es normal que produzca satisfacción ejercer violencia sobre los demás?
Probablemente las enseñanzas que transmitimos los adultos tienen mucho que ver. Nuestro pensamiento conformista y nuestra predisposición a seguir las convenciones impuestas ofrecen a los jóvenes un panorama poco alentador. El mundo que aceptamos y tomamos como nuestro, "regido por las leyes de mercado, donde todo es competición, también en las relaciones humanas" está lanzando un mensaje equivocado y empujándonos hacia la infelicidad.
Deberíamos replantearnos esto, apartar los falsos ídolos de nuestra sociedad y vivir de acuerdo con nuestros propios valores. Porque todo importa cuando, como dice Janne Teller, encontramos el "sentido sustancial de lo valioso para nuestras vidas".
Curiosidades: - Janne Teller empezó "Nada" tras recibir el encargo de una editorial, que le instaba a escribir un libro sobre adolescentes. Pero el texto fue inicialmente rechazado y no se publicó hasta 7 años después.
- La salida a la luz de "Nada" fue muy accidentada: se censuró en las escuelas noruegas y en algunas zonas de Dinamarca, su distribución en Francia fue complicada por la negativa de muchos libreros y generó protestas de colectivos de padres alemanes.
- Posteriormente el valor de esta obra se reconoció, obtuvo varios premios y hasta se recomienda su lectura en un gran número de centros docentes, incluso en los mismos países donde antes se prohibió.
- Los detractores del libro alegaban que podía deprimir e incluso empujar al suicidio a los adolescentes. Janne Teller opina que "Nada" no supone ningún peligro puesto que "la gente joven se hace este tipo de preguntas cada día". Para la autora "el libro, más allá del sentido de nuestra existencia, cuestiona los valores de la sociedad y plantea la desorientación general de los adolescentes".