Mujer y maestra

El sueño del presidente Sarmiento: Hagamos del país una gran escuela, comienza a vislumbrarse con la llegada de las maestras norteamericanas. La escuela debe ser laica, gratuita y pública a este proyecto adhieren las primeras docentes argentinas. La joven Mercedes Castro es una de ellas. Una mujer apasionada, independiente y comprometida con los nuevos tiempos enfrenta a la rancia y elitista sociedad cordobesa que defiende los preceptos ortodoxos de la Iglesia.

No deseamos que nadie deje sus creencias religiosas. “Nuestro colegio es simplemente eso, un colegio. Un lugar de enseñanza. Para lo religioso está la casa, y la Iglesia” afirmaba Mercedes segura de sí mismo a esas familias conservadoras y reacias a los cambios de la época.

Pero un día la joven maestra conoce a Manuel Urtiaga, rico hacendado capitalino, y por primera vez se siente vulnerable. Un sentimiento desconocido y con una fuerza avasalladora se apodera de ella: el amor. Un amor que encuentra correspondencia en los brazos fuertes de Manuel.

“Las maestras deben ser solteras para ejercer su profesión, de lo contrario deberán dimitir”, estipula el reglamento. Y para la protagonista este será su mayor desafío, un obstáculo que supera las críticas mordaces de la aristocracia cordobesa como así también las represalias de la Iglesia. Sin embargo Mercedes Castro contará con el ímpetu de su juventud y la fuerza de su amor porque ella, ante todo, es mujer y maestra.