El legado

Cuando alguien recibe una herencia, a no ser que la acepte -como dicen los juristas- a beneficio de inventario, está recibiendo tanto el activo como el pasivo de la misma, tanto sus bienes como sus deudas. En el pasivo de toda familia hay un legado oscuro que se va transmitiendo de generación en generación. Este legado está compuesto por secretos inconfesables que algunos conocen y otros intuyen, pero que todos callan. Y los callan porque son deshonrosos, inmorales, vergonzosos o incluso criminales. En todo caso la consigna es ocultarlos, enterrarlos en lo más profundo de la mente, volverlos aparentemente inconscientes.

Pero, como bien dijo Freud, en el mundo emocional todo lo que no está atado y bien atado, todo lo que no está resuelto psicológicamente, acaba volviendo, emergiendo de las profundidades revestido con las formas más inverosímiles: sueños, premoniciones, desequilibrios físicos, o incluso en forma de trastornos del ánimo. Señales todas de que el trauma sigue ahí, agazapado pero activo. Enfrentarnos con coraje a nuestra propia biografía supone vencer la tendencia falsamente autoprotectora de nuestro cerebro que, en su empeño por evitarnos los golpes con nuestro pasado, cubre a éste con un velo negro que, al mismo tiempo, está cegando el futuro.

Erica es consciente de que algo en su infancia traumatizó a su hermana mayor Beth. Sospecha que en esta circunstancia puede estar el origen de la depresión profunda en la que vive su hermana, trastorno que la está empujando hacia el suicidio. Algo ocurrió en Storton Manor, la mansión inglesa de la familia Calcott, cuando de niñas veraneaban en ellas con su abuela Meredith. Algo que tiene que ver con la desaparición de su primo Henry en uno de aquellos veranos. Algo tiene que ver con un misterioso niño que aparece en una foto familiar con su bisabuela Caroline, a la que sólo se le conocía una hija. ¿Qué le ocurrió a Henry? ¿Quién era el niño de la foto? ¿Qué representa Dinny, el amigo gitano de las niñas en todo esto?

Volver a la gran casa familiar aceptando el legado de su abuela, reencontrarse con su pasado -piensa Erica- que podrá ayudar a su hermana a superar su permanente depresión. Las hermanas se instalan de nuevo en la mansión siguiendo el mandato testamentario de la abuela fallecida y deciden afrontar juntas las consecuencias del "legado oscuro" familiar. Al mismo tiempo y de forma paralela el narrador aprovecha para contarnos la fascinante historia de la bisabuela Caroline, que dejó Nueva York para marcharse allá por el 1900 con un granjero de Oklahoma al salvaje oeste americano.

Cuatro generaciones de mujeres buscando la verdad y, por añadidura, la felicidad, pero lastradas por un secreto, que debe dejar de serlo para salvar la vida a la más débil de ellas. Como decía Tolstoi, todas las familias felices lo son de la misma manera pero las desgraciadas acuñan cada una su propio estilo de infelicidad.