La historia reciente de nuestro país ha tenido seis figuras claves: los Presidentes del Estado que, sucesivamente, han sido elegidos en las urnas para gobernar la nación. Sin embargo, la historia de la democracia española no estaría completa sin tener en cuenta una figura que aparece en segundo plano y que a menudo tiene un papel mucho más importante del que parece: la Primera Dama, es decir, la esposa o consorte del presidente.
La función de Primera Dama no está definida y sus responsabilidades se establecen según la costumbre o los intereses del momento. Desde que su marido asciende al poder, está condenada a "convertirse en silenciosa sombra" y, oficialmente hablando, su tarea principal es la de relaciones públicas en el terreno diplomático. Desde el momento en que se convierte en imagen pública, "toda ella tiene que transmitir unos valores: ser el reflejo, el estilo de un país".
En España, hasta el momento, seis mujeres han conocido de primera mano las luces y sombras que significa ser Primera Dama y tener que compartir a su esposo con toda la nación. Son mujeres que un día aparcaron su sueños y proyectos, que abandonaron temporalmente su hogar para habitar "una vivienda carcelaria y decadente de la que nunca poseerá las llaves", el codiciado y aborrecido a partes iguales Palacio de la Moncloa. Mujeres que no han elegido estar en el ojo del huracán, que no ostentan ningún cargo, pero a las que se les exige mucho.
Adolfo Suárez y Amparo Illana; discretísima, muy enamorada pero sin inquietudes políticas, una persona imprescindible para Adolfo, que tuvo que lidiar con el fantasma de la depresión y el de los celos, prisionera en la mansión impersonal de la Moncloa. Leopoldo Calvo-Sotelo y Pilar Ibáñez-Martín; optimista, madre de ocho hijos criados en el Palacio que tan bien supo convertir en hogar. Felipe González y Carmen Romero; inteligente y sensible, aficionada a la música, una pareja golpeada por la infidelidad que hacía vida separada de puertas para dentro. José María Aznar y Ana Botella; ambiciosa, satisfecha en su posición y con serios planes de futuro en la política activa. José Luis Rodríguez Zapatero y Sonsoles Espinosa; apasionada de la música, sencilla, tranquila y ansiosa por recuperar su anonimato. Mariano Rajoy y Elvira Fernández; una mujer de criterio, intuitiva e inteligente, prudente, reservada, dada a mantenerse en segundo plano y especialmente hábil para alcanzar la virtud del término medio. De este modo las define, a grandes rasgos, Mª Ángeles López de Celis, una mujer que participó de forma directa en el proyecto de gobierno de las tres últimas décadas.
La influencia de la Primera Dama en la imagen del país es muy grande; las hay que han alcanzado cotas de popularidad superiores a las del propio Presidente del Gobierno. La influencia que pueden llegar a tener en sus maridos es evidente. Sin embargo, al menos en España, son unas grandes desconocidas para el gran público, algo que Mª Ángeles López de Celis intenta remediar en "Las Damas de la Moncloa", ofreciendo un retrato humano, cercano y certero de las mujeres que han compartido un matrimonio a tres con el poder. El trato directo y la dilatada trayectoria laboral de Mª Ángeles en la Secretaría de la Presidencia hacen de este libro un documento único que contiene historias inéditas, anécdotas y curiosidades que redondearán la imagen de unas mujeres muy especiales. Porque, como su autora sabe, "junto a un gran hombre hay siempre una mujer... a veces aun más grande".
Curiosidades: - Mª Ángeles López de Celis, funcionaria de carrera, formó parte durante treinta y dos años de la Secretaría del Gobierno de los presidentes del Estado español. Conoce muy bien, debido a su dilatada trayectoria laboral, el funcionamiento de las estructuras de la sede del poder Ejecutivo y también a sus inquilinos. Tras haber escrito "Los presidentes en zapatillas", creyó necesario completar el cuadro de la democracia española con "Las Damas de la Moncloa", otorgando ahora el protagonismo a la cara femenina del poder.