La verdad sobre el caso Harry Quebert

—Nadie sabe que es escritor. Son los demás los que se lo dicen."

A sus ventiocho años Marcus Goldman es un escritor reconocido. En 2006 su primera novela había vendido dos millones de ejemplares y Marcus "el Formidable" había logrado entrar en el selectivo grupo de autores superventas. Disfrutaba de los beneficios de una fama recién estrenada y de los lujosos caprichos que sus ingresos millonarios le podían ofrecer. Y todo esto, en el fondo, había sido posible gracias a la ayuda de su antiguo profesor y mentor literario Harry Quebert.

Ningún crítico dudaba de que estaba destinado a convertirse en un grandísimo escritor. Su nombre aparecía en los periódicos y en las portadas de las revistas, su imagen inundaba los carteles publicitarios y era habitual ver su rostro en la televisión. Se abría ante sus ojos un futuro prometedor y, según su agente, debía ponerse cuanto antes a escribir su segundo libro. No había tiempo que perder: sus lectores esperaban impacientes y su editor le apremiaba; en unos meses llegaría el momento oportuno para lanzar su todavía inexistente nueva novela de la que todos hablaban.

El tiempo se echaba encima y Marcus, aquejado por una interminable crisis de inspiración que entre escritores se conoce como el síndrome de la hoja en blanco, recurre a su viejo amigo Harry Quebert. Si Harry, un orgullo para el país y para sus congéneres norteamericanos, el prestigioso autor de la magnífica obra "Los orígenes del mal", le había ayudado antes, quizás también podría hacerlo ahora.

La joven promesa de la literatura aceptó ilusionado la propuesta del escritor consagrado y se trasladó con él a su casa en la pequeña ciudad de Aurora, en New Hampshire. Levantada frente al océano, la residencia de su amigo era una construcción recia de piedra y pino macizo, construida al borde de un pequeño cabo llamado Goose Cove, con una terraza desde la que disfrutar del sol desde la que partía una escalinata que conducía directamente a la playa. Allí estaría en un marco propicio para escribir y podría recuperar la inspiración que necesitaba con urgencia, si no quería decepcionar a todo el mundo y transformar su éxito momentáneo en un fracaso absoluto.

Marcus, tras un mes allí, seguía sin parir una sola línea. Instalado en el despacho de Harry y movido por la curiosidad, abusó de la confianza que su viejo amigo le había dado y empezó a registrar cada uno de los cajones, estantes y rincones del estudio, en busca de algún manuscrito o cualquier indicio que pudiera orientarle sobre la fórmula de trabajo que llevó a Harry al éxito. En su lugar, encontró una gran caja de madera lacada con unas cuantas fotos, artículos de periódico y una carta manuscrita con letra infantil. El hallazgo hacía suponer la existencia de un hecho que le desconcertó y que luego fue confirmado por su amigo: la relación amorosa que existió hace mucho tiempo entre Nola, una joven de quince años, y Harry de treinta y cuatro. Un secreto inconfesable por la enorme diferencia de edad entre los amantes, por la juventud de la chica y porque Nola Kellergan había desaparecido sin dejar ni rastro hace treinta y tres años. Unos acontecimientos que, poco después, tomarán mayor relevancia al aparecer los restos de Nola enterrados en el jardín de Harry.

"La verdad sobre el caso Harry Quebert" es un thriller plagado de sorpresas y giros inesperados en el que su protagonista (y con él el lector) deberá atender a varios frentes simultáneos. La muerte de Nola, la inocencia o culpabilidad de Harry, la historia de amor prohibida entre ambos, la crisis de ideas que bloquea a Marcus, los tejemanejes del mundo editorial y los símiles con el boxeo son algunos de los temas que salpican sus páginas. Al llegar al final de la novela y ver en perspectiva el intrincado puzzle que la mano maestra de Joël Dicker nos tenía preparado recordaremos la sentencia de Harry: “Un buen libro, Marcus, es aquel que lamentamos haber terminado”.