No es del todo imposible "que en un suave y paciente paseo -Robert Walser- encuentre gigantes, tenga el honor de ver a profesores, trate al pasar con libreros y empleados de banca, hable con futuras jóvenes cantantes y antiguas actrices, coma con ingeniosas damas, pasee por los bosques, envíe peligrosas cartas y se bata violentamente con insidiosos e irónicos sastres". Pero es del todo improbable que Walser -un hombre que paseaba tan a gusto como escribía- experimentara el paseo simplemente como una forma de desplazamiento entre recado y recado.
Walser practicaba una variante casi mística del paseo, una especie de meditación en movimiento que, partiendo de un estado de ánimo, como él dice romántico-extravagante, le llevaba hacia "un dorado goce nostálgico" y una "dulce magia melancólica". Nuestro caminante a través del paseo sentía alegría pura, goce del instante. Caminando le invadía la sensación de que todos los objetos se transformaban "en un sólo espíritu y una sola ternura". El mundo se abría y se mostraba entero y la "magnífica imagen del modesto presente se convertía en sensación dominante".
Por otra parte, a nuestro escritor pasear le resultaba intelectual y profesionalmente útil ("en un bello y dilatado paseo se me ocurren mil ideas aprovechables"). El paseo excita la creatividad, estimula hermosos y sutiles pensamientos, facilita la aparición de extrañas manifestaciones de todo tipo. La mirada del paseante, desinteresada y carente de egoísmo, hurga, excava, analiza, investiga, reelabora materiales diversos y los transforma en un magma confuso del que se nutre el paseante-pensador-poeta, convencido de que "aquello que entendemos y amamos nos entiende y nos ama también".
Caminar es, para Robert Walser, divinamente hermoso, bueno sencillo y antiquísimo. Requiere un paso medido y tranquilo, unos sentidos despiertos, un semblante relajado y una recepción alegre de todo aquello que nos muestra el camino. En definitiva, para nuestro paseante se debe caminar, como decía Thich Nhat Hanh, como si besáramos la tierra con los pies mientras sonreímos a dios.