Sociedades estúpidas crean ciudadanos estúpidos. Sociedades inteligentes crean ciudadanos inteligentes. Inteligencia individual e inteligencia social forman un bucle que se retroalimenta.

De la interacción entre individuos surge la "inteligencia compartida" y su efecto principal es consolidar un "capital social" (formado por instituciones, normas, costumbres, ambientes...) que favorece a su vez la inteligencia individual y por lo tanto la capacidad personal de resolver problemas de forma eficiente.

Como dice Marina, la verdad es aquello que en un momento dado tiene un grado suficiente de verificación y por lo tanto se impone provisionalmente por su propia energía, es decir, se impone (Popper dixit) "la conjetura más contrastada".

Esta verdad - que no hay que confundir con "las verdades", que suelen estar ideologizadas y faltas de contraste - debe ser un objetivo social prioritario perseguido por toda la comunidad.

José Antonio Marina reclama urgentemente "una teoría crítica de la inteligencia social", que tendría al menos dos partes:

a) una historia de la cultura

b) una pedagogía de la inteligencia comunitaria

Una comunidad inteligente enseña a pensar más y mejor a sus integrantes y promueve la creatividad y el talento social en todos los ámbitos colectivos (pareja, familia, empresa, ciudad, nación). El resultado final es encontrar soluciones a problemas lo suficientemente buenas aunque no sean las óptimas y que permitan el mejor desarrollo posible para la mayor cantidad de gente.

José Antonio Marina con este libro da un paso más en la investigación acerca de la inteligencia que se inició años atrás con la publicación de su magnífico libro "Teoría de la inteligencia creadora".