El corredor del laberinto

Lo único que Thomas conoce con certeza de su vida anterior es su nombre de pila. Por más que desea con todas sus fuerzas recordar cualquier detalle que le ayude a saber quién es en realidad, su memoria no le devuelve ningún dato. Le resulta imposible acordarse de nada, ni saber de dónde viene; tampoco le viene a la mente la imagen de ninguno de sus amigos, ni tan siquiera puede recordar la cara de sus padres.

Thomas no es el único afectado por la amnesia. El resto de chicos se encuentran en la misma situación, solo que ellos ya no parecen tan nerviosos ni desconcertados. Se deben de haber acostumbrado, al fin y al cabo todos llevan allí más tiempo que él. Thomas es todavía un "judía verde", el novato más reciente que ha llegado al Claro aunque, teniendo en cuenta lo que viene sucediendo allí, puede que pronto deje de ser el último en llegar. 

Según consigue averiguar, cada mes, siempre a la misma hora, un nuevo joven desembarca en la zona. Llega al Claro del mismo modo que aterrizó él, dentro de una Caja que se mueve a gran velocidad como si de un ascensor sin frenos se tratara. El recién llegado siempre es un chico. Por otra parte, cada semana reciben, puntualmente, un suministro de víveres que les permite mantenerse hasta la semana siguiente. Y cada mañana los enormes muros de piedra que rodean el Claro se abren, dejando paso al Laberinto que se encuentra más allá, del que los muchachos tienen que salir antes de que se haga de noche para volver al Claro a tiempo, antes se cierren las puertas de nuevo, si quieren seguir con vida.

Aunque nadie sabe los enigmas que encierra el Laberinto, los chicos intuyen que la clave para escapar de esta situación se encuentra en alcanzar la salida y uno tras uno se van convirtiendo en buscadores que tratan de descifrar la solución al macabro juego en el que están inmersos, atravesando los pasillos del Laberinto en una carrera contra reloj mientras se arriesgan a sufrir la picadura de los malvados laceradores -unos seres mitad y máquina mitad animales que habitan en él- e intentando llegar al Claro antes de que anochezca. Pero la llegada de Thomas es el preludio de grandes cambios que afectarán a todos los muchachos. Al día siguiente la Caja devuelve a la zona por primera vez a una chica. Su nombre es Teresa Agnes y es portadora de un mensaje muy especial que cambiará las reglas del juego en el Laberinto. A partir de ese momento el sol se apagará, las provisiones dejarán de recibirse y las puertas del Laberinto ya no se cerrarán al anochecer. 

Las nuevas normas pondrán en comunicación constante el Claro y el Laberinto, haciendo mucho más peligrosa la vida allí. La apertura constante de puertas liberará todos los horrores que guarda el laberinto en su interior, laceradores incluidos, y encontrar la salida se convertirá en algo urgente para los chicos, una cuestión de vida o muerte. La supervivencia dependerá de ello y, aunque todavía no sea consciente, Thomas está destinado a jugar un papel esencial. Para descifrar el enigma tendrá que bucear en los secretos ocultos de su mente. Para seguir con vida no tendrá más opción que correr.