La sociedad del cansancio (Byung-Chul Han)-Trabalibros
La sociedad del cansancio
Ficha técnica:
Editorial: Herder
ISBN: 978-84-254-2868-5
Número de páginas: 80
Género: Ensayo filosófico
Valoración:
El siglo XX, usando una metáfora de la biología -"hay una sutil interacción entre los discursos sociales y biológicos"- fue una época inmunológica. Frente a lo externo, frente a lo extraño, se ejercía una especie de resistencia inmunológica cuyo objetivo era la otredad, incluso aunque lo otro no tuviera intención hostil o destructiva hacia el receptor. Adentro-afuera, amigo-enemigo, propio-extraño eran conceptos clave para entender una época marcada por la negatividad. Lo negativo infectaba el sistema de forma bacterial o vírica y había que combatirlo. Barreras, vallas, muros impedían el contagio, evitaban la infección por contacto. En la actualidad, el paradigma inmunológico chocaría de frente con la globalización. En un mundo global la otredad sería sustituida por la diferencia y ésta integrada en un proceso de disolución de fronteras en el que "lo propio se afirma en lo otro negando su negatividad".

En pleno siglo XXI el verdadero peligro no sería la pandemia por una invasión de lo negativo, sino el colapso por un exceso de positividad. El enemigo ahora estaría intramuros, sería nuestra propia sociedad enferma por una "sobreabundancia de lo idéntico". La superproducción, el superrendimiento y la supercomunicación ejercen una violencia sobre nuestras defensas que provocan agotamiento y fatiga nerviosa. Es la propia "obesidad" del sistema la que por saturación generaría individuos ansioso-depresivos, hiperactivos, con trastornos de personalidad y síndromes de desgaste ocupacional.

En el siglo XXI la sociedad disciplinaria -tan bien estudiada por Foucault- y presidida por los principios negativos de lo prohibido y el deber es sustituida por la sociedad del rendimiento, guiada por el principio positivo del poder hacer. El no puedo o no debo dejan paso al puedo o al colectivo podemos (Yes, we can). La iniciativa, los proyectos y la motivación reemplazarían al mandato y la prohibición, constituyendo en sí una refinada estrategia que aumenta la productividad personal, transformando a los individuos en "emprendedores de sí mismos", sujetos a la autoexplotación y al imperativo del rendimiento.

Esta violencia de la positividad, que como vimos no era privativa sino "saturativa", se manifiesta también en un exceso de estimulación y carga de trabajo que afecta a nuestros procesos de atención. La hiperatención provocada por el apresurado cambio de foco entre diferentes tareas, procesos y fuentes de información impide la concentración profunda y la actividad contemplativa que están en el origen de los grandes logros de la humanidad. El homo laborans tardomoderno es hiperactivo e hiperneurótico y ha reducido todas sus actividades al nivel del trabajo. En esta sociedad del rendimiento cada cual lleva consigo su propio campo de trabajos forzados, siendo al mismo tiempo "prisionero y celador, víctima y verdugo", posibilitando así la sibilina "explotación sin dominio". Esta absolutización de la vida activa en detrimento de la contemplativa convierte la existencia en una máquina de generar ansiosos, depresivos y fracasados.

En este mundo tardomoderno nada dura ni se mantiene y esta absoluta "falta de ser" nos condena a una vida desnuda de sentido y desnarrativizada. Somos muertos vivientes acelerados por "la histeria del trabajo y la producción", incapaces de emitir un soberano "no" que frene la pura actividad que sólo prolonga lo ya existente. Detenerse y vacilar, frenar la marcha, desacelerar, extender y dilatar el tiempo, prolongar el presente, interrumpir un estado de cosas y "posibilitar que comience uno nuevo", mirar hacia lo otro, aprender a observar dejando "que las cosas se acerquen al ojo". Dejemos de ser "máquinas de rendimiento autistas" y busquemos ese cansancio benefactor que hace que nos demoremos en los entretiempos, que inspira, que deja que surja el espíritu, que nos reconcilia con el mundo. Ese "cansancio despierto" del que habla Handke y que permite una visibilidad especial que rejuvenece, nos devuelve la capacidad de asombro, afloja el nudo de la identidad y posibilita una sociedad cordial de hombres pacíficos, in-diferentes, concordantes y, como no, "cansados".
Enviado por: Andrés Hombrebueno
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