Esta cuca es mía

Amílcar Bernal Calderón
De las amantes de Florentino Ariza, protagonista de la novela El amor en los tiempos del cólera, demasiadas para la pública envidia, la que mejor me cayó fue Olimpia Zuleta, una cuidadora de palomas casada con un buhonero que hacía, él, sus correrías de trabajo en los buques de la compañía naviera para la que Florentino laboraba. La conoció en la calle durante una tormenta de octubre, y en un arranque de galantería la invitó a su carro y la llevó a su casa, una vieja ermita que miraba al mar y tenía un patio lleno de casitas de palomas.
Copio textual: "Olimpia Zuleta parecía ser de la familia de las avispas, no sólo por las ancas alzadas y el busto exiguo, sino por toda ella: el cabello de alambre de cobre, las pecas de sol, los ojos redondos y vivos más separados de lo normal, y una voz afinada que sólo utilizaba para decir cosas inteligentes y divertidas".
Pasó un tiempo antes de que la palomera cayera en sus garras de gavilán pollero. Le hizo tantos viajes que en uno de ellos Olimpia Zuleta le regaló una paloma mensajera con un anillo en una pata, que utilizaron después para comunicarse, él, para pedirle que lo amara y ella, para rechazarlo.
Desde su oficina en el muelle, Florentino Ariza veía cuando el buhonero se embarcaba, y aprovechaba la ocasión para visitar a su palomera. El día en que finalmente la presa cayó, medio año después de conocerla, la llevó a un barco que estaban pintando en las bodegas de la compañía, y en un camarote desmantelado hicieron el amor.
A estas alturas, la novela dice: "Olimpia Zuleta tenía un amor alegre, de paloma alborotada, y le gustaba permanecer desnuda por varias horas, en un reposo lento que tenía para ella tanto amor como el amor". Consciente, como somos los feos, de que las mujeres se enamoran más fácil de los hombres contentos que de los bonitos, en un descuido y a manera de broma, Florentino Ariza toma un pincel y con pintura roja escribe en el vientre de la palomera, debajo del ombligo y al comienzo de una flecha que termina en el pubis: "Esta cuca es mía". Esa noche, Olimpia Zuleta se desnudó frente a su marido olvidándose del aviso, el buhonero leyó, fue por un puñal y la degolló.
A veces las historias de amor no terminan amorosamente y por eso no dejan de ser bellas. Esto es sólo una parte de la novela. Tienen que releerla. No es la mejor de Gabo, para mi gusto, pero es buena.
Texto libre Trabalibros

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