Acido y miel

Juji Mogar
A veces, cuando se sentaba en su butaca preferida, aquella que tenía vistas al bosque, se dejaba llevar sin censura por el recuerdo de sus vivencias…
Algunas, corroían y producían dolor físico, como si a cada pensamiento, se filtraran gotitas diminutas de ácido en su corazón.
Otras, le producían una sensación de alivio extremo, como si tomara un tazón de leche caliente con miel.
Aquellos pensamientos que destilaban dolor, eran secretos que jamás podría explicar a nadie, hacerlo, implicaría ponerlos en peligro.
No obstante, tampoco podría jamás explicar ninguna de sus buenas acciones, porque estaban enredadas en los mismos secretos.
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