Metáfora computacional

Leonardo Escobar Barrios
A. acaba de terminar su genial novela D'Arsonval, una obra límpida integrada por ochocientas flamantes página, en la que no sobra ni una palabra ni una coma. Ha sido una labor de muchos años y noches. Le da Control + G y se va a dormir. La apaga con amor y ve su rostro en el black mirror; su flamante computadora de un plateado envidiable le da la certeza de lo perenne.

Al día siguiente prende su computadora, buscando darle una lectura satisfecha a su manuscrito de oro. "La computadora se ha recuperado de un error grave", le dice una pantalla azul. Sigue como un relámpago una sucesión de números sobre una pantalla negra por más de diez minutos. "La computadora no ha podido iniciar el sistema".

A. recuerda las palabras del vendedor como taladros: "Nunca más tendrá que enviarse correos a sí mismo, éste es el mejor disco duro de la historia". A. no tiene copias de seguridad de su novela. Se precia de ser un escritor que no usa el papel, un escritor contemporáneo y digital, lo dice en cada reunión tonta que tiene con otros colegas.

("Intentando recuperar imagen", dice un breve mensaje. El software ahora inventa sus propios poemas).
Texto libre Trabalibros

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