Retrato de un momento

Pedro Gabriel Gàspari
Un día, de un año que no recuerdo y de un mes que ya he olvidado, me encontraba dando un solitario paseo por la playa, cuando, de pronto, al observar los montones de arena que me rodeaban, se me ocurrió hacer un pequeño jueguito, que ahora paso a contarles.
Tome con mi mano izquierda un puñado de arena.Luego con la derecha recogí otro y me puse a observar, con los puños a la altura de los ojos, el escape de los minúsculos granitos, ayudados por la brisa marina.Por más esfuerzo que ponía en tratar de retenerlos no había ni fuerzas, pensamiento o belleza alguna que pudiera evitarlo.
Y en ese momento tan particular y a la vez tan trivial, me pareció ver en cada granito que se escurría entre mis dedos; un deseo, un amor, una gota de esperanza, una ilusión, un recuerdo de los buenos, en fin, el cúmulo de historias que es nuestra vida, que se iban y ya nunca volverían.
Enseguida fui notando que tan solo quedaban unos pocos gránulos pegados, gracias al sudor de las palmas de mis manos.Como normalmente se hace, me proponía refregármelas, cuando de repente, una ráfaga mental me hizo desistir de ello.
- ¿Por qué tirarlos?, ¿Para luego no tener nada?
Sabía que lo bueno, lo hermoso, lo que hace que cualquiera tenga ganas de vivir otro día, yo ya no lo tenía.Pero tampoco quería terminar con las manos vacías.
Todo esto, mientras miraba mis manos abiertas.
Entonces decidí, meterlas en los bolsillos de mi pantalón y frotarlas bien dentro de ellos para que no se me disipe ninguno Cuando estuve seguro de ello, las saque.
Era una fría tarde otoñal.El sol ya se hundía en el horizonte. Era la hora de volver.La noche estaba por llegar.
El mar lucía sospechoso, como escondiendo en su seno algo aterrador.
Texto libre Trabalibros

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