Que nos alcancen las manos y no se rinda el corazón

Jairo Sebastián Zanetti
Que nos alcancen las manos
para que el corazón
se vaya abriendo su camino
entre esta jungla inhumana
donde reina la miseria y la ambición.

El hombre vaga perdido
con su pecho vacío
ha perdido su corazón.

Pero encendidas las llamas
de las almas claras
no hay oscuridad obstinada
que se interponga al amor.

La luz se desparrama
de rama en rama hasta ser la flor
y se filtra como agua sagrada
hasta en los tórax de roca
endurecidos de perdición.

¿Quién podrá con la luz
que espanta las bestias
de la ingratitud?
¿Quién podrá con su amor
que donde cruza florece
el candil de un corazón?

Nada podrá con la luz
y si un ejército iracundo
se opone violento al amor
será convertido por la pureza
que habita en su conformación.
Texto libre Trabalibros

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