Fragmento autobiográfico

Nazaria Delgado Lucero
...El tren, el único medio de transporte existente cuyos asientos por su incomodidad no permitían dormir, solo el chiqui-chiqui de su traqueteo, aunque resultara cansado, como quiera arrullaba.
Un recorrido pausado y tan lento que sólo el silbato del garrotero nos despertaba señalando la llegada a una población, por la ventanilla se veían las vendedoras de gorditas que se acercaban ofreciendo su mercancía, parecía que comíamos manjares después de tantas horas sin probar bocado.
El panorama que presenciábamos era el de una zona árida por ser parte del Altiplano. El trayecto sinuoso, con una altura que asustaba, hacia que evadiera esa visión.
Era emocionante atravesar los túneles que al paso por ellos nos sumíamos en una obscuridad total, dando la impresión que da el subirse a un juego mecánico con los ojos cerrados.
Texto libre Trabalibros

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