Trabalibros entrevista a Félix G. Modroño, autor de "Sol de brujas"

lunes, 30 de mayo de 2022
"Entiendo la lectura como un acto sensorial y emocional, donde no solo trabaja la vista".
Félix G. Modroño es un escritor vizcaíno, de orígenes zamoranos, afincado en Santander. Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca, trabajó durante más de dos décadas en el sector financiero, que decidió abandonar para dedicarse en exclusiva a la literatura.

Es autor de la saga detectivesca protagonizada por el doctor Zúñiga, así como de la exitosa serie de novelas que homenajean a la ciudad de Bilbao, "La ciudad de los ojos grises" y "La ciudad del alma dormida", de la que actualmente está escribiendo la tercera entrega. Su obra se caracteriza por el mestizaje de géneros, una cuidada ambientación y el uso de una prosa evocadora, que le han valido el reconocimiento de los lectores. Es también autor de "Secretos del Arenal", con la que obtuvo el Premio Ateneo de Sevilla.

Bruno Montano ha tenido la oportunidad de entrevistarle sobre "Sol de brujas", una envolvente novela negra contemporánea ambientada en Santander, protagonizada por un tándem muy peculiar: la subinspectora Martín y la singular narradora de la historia, también implicada en la investigación.

Sol de brujas (Félix G. Modroño)-Trabalibros- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Convertiste a Bilbao -esa ciudad de ojos grises y alma dormida- en una ciudad negra. Ahora haces lo mismo con Santander, que adquiere condición de protagonista, trascendiendo su naturaleza de marco geográfico. “Yo creía que estas cosas no pasaban en Santander”, afirma una de las protagonistas principales de la novela. Pero sí que pasan.

- Félix G. Modroño (F.M.): Para mí el marco es trascendental. Procuro cuidar la ambientación de mis novelas porque, de ese modo, consigo que el lector se sumerja en la historia, que transite por las mismas calles que mis personajes, que escuche la misma música o que perciba los mismos olores a través de su memoria. Por eso, todas tienen ese aire evocador, incluso las más negras. Entiendo la lectura como un acto sensorial y emocional, donde no solo trabaja la vista.

- B.M.: El título de tu novela, “Sol de brujas”, hace referencia a un curioso fenómeno meteorológico y casi esotérico, del que según el inspector Alonso Ceballos no hay que fiarse nunca. Pasa lo mismo con tu novela, de la que no podemos fiarnos, ya que nada es lo que parece.

- F.M.: Dicen los viejos norteños supersticiosos que el diablo elige los días de sol de brujas para casarse. Son días en los que el sol parece que se abre paso entre las nubes, creando una luz preciosa, casi mágica, que embellece edificios y personas. Pero, de repente, las nubes se oscurecen y empapan a quienes han salido a pasear. Es curioso, porque los lugareños lo saben y aun así corren el riego de salir sin paraguas, atraídos por el sol de brujas. Días en los que cualquier cosa puede pasar.

- B.M.: Tu novela suena a Coque Malla y a Iván Ferreiro, a Antonio Vega y a Nando Agüeros, a Roberta Flack y a Ella Fitzgerald. De alguna manera, esa música marca el tono del libro.

- F.M.: Marca el tono del libro y las emociones de los personajes. He buscado canciones que se identificaran con su forma de ser. Y he procurado que todas ellas tengan esa magia especial que solo lo consiguen las que son capaces de llegar al corazón.

- B.M.: Tu novela sabe a las rabas del bar del Legionario junto al faro, a las zamburiñas a la plancha de Casa Jose en el Barrio Pesquero, a pintxo de tortilla en el Remigio Sport Tavern. La comida es muy importante en tu novela y Ceballos es un gran comedor que disfruta de una ciudad con una gran oferta gastronómica que tú en este libro pones en valor.

- F.M.: Está claro que no he sabido disimular mi afición por la buena comida. Pero no por esa cargada de estrellas ni la que se escapa a la mayoría de los bolsillos. En ese sentido, Ceballos es Modroño. Y es cierto que, a mi juicio, hay muy pocos sitios donde abunde tanta calidad en la cocina tradicional como en Cantabria, con esos precios. Es raro el local donde no hagan una buena tortilla, que para mí es un termómetro fundamental. Puedes ir al Bodi, al Cañadío… y probar unas tortillas espectaculares, aptas para todos los públicos.

- B.M.: Tu novela huele a lluvia, cuya presencia constante en este thriller predispone a cierto estado de ánimo en los personajes.

- F.M.: De la misma lluvia con la que me he dejado mojar mientras la escribía. A veces, me atascaba y salía a la calle sin paraguas para volver empapado. La lluvia es el precio que hay que pagar a cambio de la espectacularidad de los paisajes. Y, por supuesto, que condiciona el carácter. No es lo mismo asomarse a la ventana y ver un sol radiante un día tras otro a que la lluvia moje los cristales. Es como si la melancolía del otoño fuera permanente. Pero, los norteños estamos acostumbrados. Y, al fin y al cabo, no somos efervescentes.

- B.M.: En la actualidad, la novela negra es la nueva novela social. En “Sol de brujas” haces una denuncia clara del bulling escolar y de cómo las redes sociales favorecen el mismo, garantizando la impunidad de los maltratadores y la indefensión de las víctimas.

- F.M.: Fue la razón de ser esta novela. Denunciar el acoso escolar y cómo los acosadores se aprovechan de las redes sociales para hostigar a la víctima las veinticuatro horas del día. Es un problema que la sociedad no sabe atajar, por lo que actúa como si no existiese. Pero no solo es tremendamente grave, sino que además es cotidiano. No se pone en evidencia porque no hay nadie interesado en hablar de ello. Ni siquiera los propios acosados, que sienten vergüenza y temen que sus padres puedan confiscarles el teléfono.

Bruno Montano entrevista a Félix G. Modroño-Trabalibros
- B.M.: Técnicamente haces algo muy interesante, que es convertir a la narradora de tu novela en protagonista, incorporándola a la trama y dándole un papel fundamental en ella. ¿A qué responde esta decisión?

- F.M.: Buscaba una voz diferente a lo habitual. Y ya que es una novela con numerosos giros en la trama, quise incorporar un giro narrativo y derribar la cuarta pared. En teatro es más habitual, pero no así en la literatura, que un narrador —aparentemente omnisciente— se incorpore a la trama. 

- B.M.: Hay un personaje muy curioso en tu libro, Humberto Marulanda, que al parecer está inspirado en un antiguo cliente tuyo de cuando te dedicabas a la banca. ¿Puedes explicarnos esto?

- F.M.: Bueno, casi todos mis personajes están inspirados en gente que conozco. Y en este caso, tuve un cliente colombiano que cumplió condena por narcotráfico después de que yo lo conociera. Cuando salió de la cárcel, le invité a comer para que me contara su historia. Al principio lo negó, diciéndome con ese acento tan característico: “Don Félix, que yo no hice nada, que parece que solo por ser colombiano tengo que ser narco”. Pero le invité a comer y a medida que se consumía el vino, llegó su confesión. La forma de pensar y de hablar de mi personaje no es otra que la de aquel cliente, que me dejó tomar unas notas, que empleé muchos años después.

- B.M.: La Grúa de Piedra, el Centro Botín, la Bahía de Santander, la Península de la Magdalena, la Costa Quebrada, el Parque Natural de las Dunas de Liencres, la Playa del Sardinero… Incluso haces un guiño directo al actual presidente de Cantabria. Tu novela es un auténtico homenaje a Santander, casi una guía turística que invita a visitarla.

- F.M.: Confieso que me he enamorado de esta tierra, de la tierruca. Ya con ser la cuna de Menéndez Pelayo, una de las mentes más brillantes de la historia, me tenía ganado. Pero después de cuatro años viviendo en Santander he descubierto que el eslogan de Cantabria infinita no es exagerado.  Siempre hay una cala maravillosa por descubrir, un cocido por probar, un paraje en el que perderse... 

- B.M.: Las dos subinspectoras que flanquean a Ceballos tienen una química muy especial y, por lo jóvenes que son, creo que van a tener un prometedor futuro como pareja literaria. ¿Las has creado jóvenes para ir haciéndolas crecer en sucesivas entregas?

- F.M.: Esa fue mi idea cuando escribí la novela. Me parecía muy bonito que fueran jóvenes y que tuvieran mucho que aprender tanto en lo personal como en lo profesional. De ese modo, como escritor podía ser testigo de su evolución en futuras entregas. Pero, al final, son los lectores los que decidan si habrá más aventuras de Silvia Martín. A mí me encantaría. 
 
Desde Trabalibros agradecemos a Félix G. Modroño el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la editorial Destino el haber hecho posible este encuentro.
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