Trabalibros entrevista a Ramón Palomar, autor de "Sesenta kilos", editado por Grijalbo

"La novela negra es un género muy vivo, el género más vivo que hay ahora mismo y el que más conecta con la actualidad".
Ramón Palomar conduce uno de los programas matinales de radio más seguidos en Valencia y es columnista de el periódico Las Provincias desde hace quince años. Con "Sesenta kilos" se inicia como novelista y lo hace precisamente en el género negro, género que admira y del que es un gran lector. Según la propia editorial, "Sesenta kilos" es "una novela de tramposos y estafadores en el submundo hispánico de la droga, por la que pululan camellos de poca monta y menos luces, gerifaltes del narcotráfico entrampados en la burbuja inmobiliaria, ex legionarios, estrípers, propietarios de burdeles, contables, clanes gitanos... y ni un solo policía".

Sesenta kilos (Ramón Palomar)-TrabalibrosBruno Montano de Trabalibros tuvo la oportunidad de entrevistar a Ramón Palomar en el Hotel Astoria de Valencia justo antes de la presentación oficial de su novela. El resultado es la siguiente conversación que os presentamos:

- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): “Sesenta kilos” es tu primera novela. Previamente habías recopilado tus columnas periodísticas en un par de libros (“El ojo y la bala”, “Carne, cielo y chatarra”) y habías escrito un dietario (“Tu mentira es mi verdad”). Con este libro, ¿qué te ha resultado más difícil, armar la trama o encontrar el tono adecuado, ese ritmo casi musical que permite fluir y avanzar al texto, eso que algunos llaman la “respiración del lenguaje”?

- Ramón Palomar (R.P.): Pues mira, no quiero parecer prepotente, pero como lo tenía tan claro no tuve problemas ni con el tono ni con la trama. Tenía muy clara la idea, el andamiaje, los personajes y también el tono, y ante mi sorpresa me iba saliendo muy fluido. Aproveché para escribir un verano, en el que tuve más tiempo libre del habitual, al no tener que hacer el programa de radio ni el articulo diario. Podía escribir por la mañana y por la tarde, a mi aire, y le di un tirón importante. Quizá me salió fluido porque llevaba años y años masticando la historia.

- B.M.: Eso sí lo he notado perfectamente en que no hay altibajos de ritmo. Has escrito capítulos muy cortos, haciendo de esta manera que la trama sea trepidante.

- R.P.: Sí, se trataba de eso. Esa era mi idea, que fuese una novela muy, muy trepidante. Y como los personajes van de un lado a otro quería que tuviese un poco el tono de un road-movie sin que fuera un road-movie al uso. Quería que pasasen cosas y que tuviese un ritmo trepidante, que es algo que en la literatura americana se hace bastante y que aquí en la vieja Europa nos cuesta más; no digo que sea mejor ni peor.

- B.M.: Algo similar al estilo cinematográfico.

- R.P.: Sí, efectivamente.

Trabalibros entrevista a Ramón Palomar sobre Sesenta kilos (6)
 
- B.M.: Creo haber leído en alguna de tus columnas que hablabas de Céline como el padre del "realismo sucio", de quien bebieron otros autores como Bukowski, Henry Miller o Fante.

- R.P.: Sí, Bukowski siempre lo ha reconocido. Hay un volúmen de cartas suyas que, por cierto, son una delicia porque descubren a un Bukowski muy entrañable. En ellas contaba algunas cosas muy graciosas, por ejemplo que cuando él empezaba a tener éxito se le acercaban las grandes editoriales y él decía: "Dónde estaban estos hijos de ... antes?" Bukowski en sus cartas reconoce siempre que uno de sus mitos es Céline.

Yo recuerdo leer "Viaje al fin de la noche" de Louis-Ferdinand Céline con 16 o 17 años y me impactó. Desde entonces me fui leyendo todos sus libros, "Muerte a crédito" quizás sea la que más me gusta. Y luego te preguntas, ¿cómo un tipo que inventa una nueva manera de escribir y mete un trallazo tan potente, es luego tan repugnante en su comportamiento personal? En su vida real (aunque parece ser que también era bastante cobardica) las últimas investigaciones apuntan a que hizo de chivato de los judíos e incluso para encontrar trabajo de médico. Y entonces te preguntas, ¿por qué? ¿Recuerdas que hubo una polémica hace poco en Francia, cuando iban a hacer una celebración sobre Céline y al final no la hicieron? Hubo polémica porque entonces había escritores que estaban de acuerdo, que decían que había que ningunearlo, y habían otros como Vargas Llosa que dijeron: "No confundamos la obra con la persona". Yo estaría en esa línea.

Bukowski en lo personal era repugnante y puede que le faltara algún tornillo, pero quizás ese mismo tornillo provocó que se convirtiera en uno de los grandes genios de la literatura del siglo XX. Tenía mucho talento, era una fuerza de la naturaleza. Además, él no forma parte de la inteligencia del momento, ni del núcleo. También es verdad que se come todos los "marrones", porque hay que recordar que Cocteau iba a las fiestas de los nazis en la Embajada de París; Henry de Montherland también estuvo bastante con ellos, Picasso tampoco se fue del París ocupado y Camus y Sartre publican bajo la ocupación alemana y, aunque no colaboraban con el régimen nazi, tampoco se quejaban demasiado. Entonces, Brasillach o Drieu La Rochelle, que por lo menos tuvo la dignidad de suicidarse, sirven muy bien en ese momento para catalizar los odios y los resentimientos y los demás quedan bastante diluidos.

Trabalibros entrevista a Ramón Palomar sobre Sesenta kilos (1)- B.M.: Al hilo de esto, en tu novela hay un cierto toque de "realismo sucio" combinado con tu habitual sorna e ironía. ¿Qué autores han influido más en ti a la hora de escribir "Sesenta kilos"?

- R.P.: Influir, influir no lo sé, pero desde luego el que más me gusta desde hace unos veinte años es James Ellroy. Yo creo que es un poco un Céline, no es que sea tan repugnante como él pero es un tipo que encuentra otra manera de escribir, sobre todo cuando empieza con su "Cuarteto de los ángeles", con "La dalia negra" (mi favorito de ese cuarteto es "Jazz blanco"). Creo que encuentra otra manera de escribir con ese estilo tan lacónico, tan "de metralleta". Y luego todo ese mundo sórdido, toda la basura que acumulan sus personajes en la cabeza, como Pete Bondurant, me parece impresionante. Ojalá me haya influido para bien, tampoco pretendo parecerme o imitarle porque creo que Ellroy tiene un talento extraordinario, creo que es el que marca la pauta ahora mismo. Don Winslow en "El poder del perro" también me gustó bastante y también soy muy de Jim Thompson y, si hablamos de novela negra, de autores como Charles Williams, que son un poco más desconocidos, Chester Himes, Hammett y Chandler, por supuesto...

- B.M.: Sí, pero no has creado un Marlowe.

- R.P.: No, precisamente porque ya está Marlowe. Eso lo tenía muy claro. Ahora mismo siguen inventando personajes, que me parece muy bien (un inspector, un detective, un guardia civil, un poli), pero claro, es que esto ya lo hicieron los grandes. Entonces, en la medida de lo posible, prefiero aguantar todo lo que pueda hasta crear algo, incluso por respeto a los grandes, porque claro, ¿cómo vas a superar a Marlowe

- B.M.: No has creado un investigador privado, no has creado un policía, pero sí que has reproducido las claves del género negro: violencia, corrupción, delincuencia, dinero y mujeres. Hay una definición que me gusta para tu novela, que es de Rodrigo Fresán, que después de leer "Plata quemada" de Ricardo Piglia dijo: "Esto no es una novela policíaca, esto es una novela criminal". Yo creo que tu novela “Sesenta kilos” no es una novela policíaca, es una novela criminal

- R.P.: Sí, estoy de acuerdo. Yo no la definiría como novela policíaca, si te fijas no hay ningún policía, bueno, aparecen unos polis portugueses pero es algo muy anecdótico. No hay polis. Es una novela negra que, como transfondo, es un retrato de una determinada gente del lumpen. Efectivamente, me gusta lo de novela criminal, sí.Trabalibros entrevista a Ramón Palomar sobre Sesenta kilos (2)

- B.M.: Afirmas que en este libro buscas entretener y al mismo tiempo reflejar cómo es la sociedad vista desde los ojos de los protagonistas. Yo creo que el crimen es un espejo de la sociedad, cada sociedad crea sus propios criminales y sus propios tipos de crimen. ¿Crees que la novela negra puede ser un observatorio social privilegiado de la sociedad?

- R.P.: Yo creo que sí. Además, volvemos a los grandes clásicos. Qué bien hacen esto Hammett y Chandler; ellos tienen muy claro dónde está el verdadero mal, que es en estos millonarios megacorruptos, que son unos marrulleros y unos tramposos, que es un poco lo que nos está pasando ahora aquí. 

- B.M.: Aunque al final Marlowe se casa con una rica.

- R.P.: Sí señor, el libro lo tengo, lo que no tengo es la versión del tipo que acabó el libro. Se casa con una rica, porque además es guapísima y porque es imposible resistirse a ella y yo creo que eso a los fans y a los lectores nos gusta, el pensar que encima el tío ha pegado un braguetazo. 
Yo creo que sí, además creo que la novela negra es un género muy vivo, el género más vivo que hay ahora mismo y el que más conecta con la actualidad. Creo que es un reflejo de lo que está pasando en las calles. Es un vehículo que te permite estar muy enraizado con lo que sucede. 

- B.M.: Una curiosidad: en "Plata quemada" también hay un protagonista que se llama El Nene

- R.P.: No lo sabía, no he leído "Plata quemada". Mi "Nene" es un tipo que existió en la realidad. Varios personajes de mi novela son personas que he conocido: Charlie, El Nene, Frigorías... y En Nene era tal cual lo describo. Hace 5 o 6 años que le perdimos el rastro, El Nene parece ser que había estado de mercenario por África y es verdad que cuando se emborrachaba se ponía a llorar y a arrepentirse.

- B.M.: ¿También había hecho masacres en Angola?

- R.P.: Él decía que sí, pero en fin, tampoco le íbamos a preguntar demasiado, porque eso pasaba en situaciones del tipo a las 8 de la mañana, cuando ya te habías bebido hasta el agua de los floreros, que era cuando le entraba la llantina. Luego se fue de guardaespaldas al País Vasco y luego ya le perdimos el rastro. 

Trabalibros entrevista a Ramón Palomar sobre Sesenta kilos (3)
 
- B.M.: En un momento dado Susana, una de tus protagonistas, que es una buena lectora, esnifa una raya de coca sobre un ejemplar de “El cuaderno gris” de Josep Pla. Me consta que es uno de tus autores preferidos. 

- R.P.: Sí. A mí me da la sensación que Pla es un tipo al que vamos comprendiendo conforme vamos envejeciendo. Yo intenté leer el "Cuaderno gris" a los 18 años y la abandoné a las 100 primeras páginas y luego lo leí con 38 y me pareció extraordinario. Me parece muy curioso cómo vas perfilando tu paladar y cómo vas entendiendo las cosas. Mi padre era muy "planiano", en mi casa tenemos la obra completa de Pla (52 tomos) y yo he heredado esa afición. Cuanto más lo leo y más descubro más claro tengo que es el más grande de Europa, por calidad y cantidad, en el siglo XX y sin embargo lo tenemos muy olvidado. Excepto el "Cuaderno gris" no suele conocerse nada más y tiene una obra monumental, es impresionante. Efectivamente, lo que comentabas era un guiño simpático hacia este escritor por mi pasión "planiana".

- B.M.: En esto también te pareces un poco a Chandler, ya que siempre alguno de sus personajes era buen lector, recuerdo un chofer negro de una de sus novelas que era muy buen lector de Eliot.

- R.P.: Sí, a mí me gusta que aparezca algún personaje que sea buen lector, es como reivindicar nuestra galaxia y decir: "Oiga, que hay gente que lee y no son raritos ni están tarados". Y que ese personaje pueda ser una pija sadomasoquista, pero disfrutar de la literatura también.

Trabalibros entrevista a Ramón Palomar por Sesenta kilos (7)- B.M.: Yo he rescatado una frase del diario de Pla, que dice: “Cuando tengo una pluma en la mano me vuelvo dionisíaco y ofensivo, entro en un estado de exaltación silenciosa y soy capaz de mantener una posición hasta las últimas consecuencias”. ¿Te pasa lo mismo a ti cuando empuñas la pluma?

- R.P.: No, desgraciadamente no. Eso le pasa a los genios como Pla, los que somos más normales y corrientes no tenemos esa suerte. Pero sí que le he copiado alguna cosita a Pla, algún adjetivo, es impresionante la capacidad para adjetivar que tiene, como cuando dice "era una falsa flaca" o "era una chica fosforescente". Algún adjetivito le he copiado, sí.

- B.M.: He leído unas declaraciones tuyas en las que comentas que te llama mucho la atención que alguien escoja el camino de lo ilegal para prosperar en la vida. Aparte de la ventaja que supone “no tener horarios fijos” (como decía Edward Bunker) ¿qué otra motivación puede impulsar a las personas a cruzar la línea? ¿El dinero, las emociones fuertes, cierta erótica de la maldad, algún rasgo de personalidad predisponente?

- R.P.: Es algo que me fascina pero no lo sé. Cuando se lo pregunto a la gente con la que he contactado, por ejemplo para escribir esto, tampoco tienen una respuesta clara. Hay un tipo que sí que me dijo algo que me impactó. Era el tipo que más coca movía en Valencia en los años 90, kilos y kilos al mes. Pude contactar con él, ahora está medio retirado, aunque dicen que nunca se acaban de retirar del todo. Me dijo que él, durante mucho tiempo, ya no seguía en esto por el dinero, sino porque era su trabajo. Decía que él entendía a la policía porque hacía su trabajo, pero que el suyo era ser más listo que la policía. Entonces, yo no sé hasta qué punto engancha también comerciar con droga o atracar bancos, supongo que influirá el subidón de adrenalina. Este tipo me dijo otra cosa muy curiosa, que los narcos son la mejor empresa logística del mundo: te montan el dispositivo, las rutas, el camuflaje... en cuanto a logística son invencibles. Pero me sigue fascinando que alguien dé ese paso, no tengo una respuesta clara a por qué alguien se dedica a una actividad criminal. Se juegan la vida, se juegan la libertad.Trabalibros entrevista a Ramón Palomar sobre Sesenta kilos (8)

- B.M.: Edward Bunker en “No hay bestia tan feroz” hacía un retrato magistral de los bajos fondos de Los Ángeles. Pero claro, él era un ex-delincuente, lo tenía fácil. Tú, sin embargo, para documentar esta novela has tenido que hacer lo que los antropólogos llaman un estudio de campo y poner en práctica la técnica de la observación participante. 

- R.P.: Creo que tengo todo lo escrito por Edward Bunker. Fue el preso más joven en llegar a Sing-Sing, con 17 años. En mi caso, aunque mi vida no ha tenido nunca nada que ver con el mundo de la delincuencia, creo que sería totalmente incapaz y además carezco de arrojo para dedicarme a ello. Pero en la época de estudiante en la Facultad, como trabajaba en un bar los fines de semana, allí empecé a conocer a fauna, y esa fauna me llevaba a otra fauna. Sí he conocido a gente que se ha dedicado a actividades ilegales y siempre he alucinado con sus relatos y con sus andanzas.

- B.M.: Y de tus inmersiones en los bajos fondos, ¿qué es lo que más te ha impresionado del lumpen valenciano?

- R.P.: Me han llamado la atención muchas cosas. Algo muy curioso es que muchos de ellos en casa son como muy "pantuflos", es decir, la niña es fallera, va a piano y a ballet y el fin de semana van juntos a hacer la compra familiar. Es decir, tienen una doble vida, por un lado cuando cae la noche se dedican a sus actividades pero por el día llevan una vida completamente normal, incluso vulgar y muy aburrida. Es gente que a lo mejor trabaja 1 o 2 días cada 2 meses, dan un palo en un viaje y ya está. El resto del tiempo lo dedican a sus aficiones y a sus historias. Pero lo más chocante era conocer a las hijas o ver que la esposa es una maruja y que sabe a lo que él se dedica. Es decir, que no hay nada glamouroso ni es tan sórdido como parece.

- B.M.: Ahora voy a ponerme un poco freaudiano y te voy a hacer una pregunta de tipo psicoanalítico. ¿Crees que es un sueño típico o una fantasía recurrente en los escritores imaginar que una mujer de bandera se tatúa el título de uno de sus libros en su generoso pecho o sólo te pasa a ti?

- R.P.: Es una ilusión que tengo y que me gustaría que algún día se realizase y además conocer a la susodicha. La frase "Tu mentira es mi verdad" la pillé de una noticia que salió en prensa, era el caso de una prostituta que habían dado por muerta, luego resulta que no lo estaba y lo descubrieron porque llevaba un tatuaje que decía "Tu mentira es mi verdad". Me encantó la frase y me pareció perfecta como título para mi dietario, en el sentido de preguntarse hasta qué punto el autor se desnuda en él, hasta donde llega la mentira y hasta donde la verdad. El tatuaje que comentas era otro guiño a mi anterior libro y retomaba la historia de "Tu mentira es mi verdad", que siempre me ha parecido una sentencia muy curiosa.

Trabalibros agradece a Ramón Palomar el habernos dedicado un poco de su tiempo y su amabilidad al contestar a nuestras preguntas. Agradecemos también a la Dirección del Hotel Astoria de Valencia el habernos cedido un espacio para hacer posible esta conversación. 
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