Trabalibros entrevista a Julián Hernández, autor de "Sustancia negra"

martes, 24 de marzo de 2015
"Lo que nos salva del caos es entender que estamos instalados en el caos. El caos es nuestro estado natural."
Julián Hernández es el líder del grupo musical español Siniestro Total, en el que lleva desde sus inicios en 1981 y con el que ha publicado una veintena de álbumes y centenares de canciones. Dejando aparte su larga trayectoria musical, es colaborador de varios medios de prensa escrita como El País, Público, 20 Minutos, El Mundo, Rolling Stone y El Faro de Vigo, entre otros. Es autor también de un ensayo publicado por Temas de Hoy que lleva por título "¿Hay vida inteligente en el rock and roll?".

Bruno Montano de Trabalibros ha tenido la oportunidad de conversar con él sobre su segundo libro y primera novela (o artefacto literario, como él prefiere llamarla), que se titula "Sustancia negra. La increíble aventura de Insecto Palo" (editorial Espasa) en la que cuenta "la delirante historia de un peculiar secuestro, con secreto terrible incluido y caos apocalíptico".

Sustancia negra (Julián Hernández)-Trabalibros- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Como sospecho que tú has venido a hablar de tu libro (y no de tus discos) voy a hacer un ejercicio de olvido voluntario y a fingir que no sé quién eres, ni lo que has hecho antes de escribir “Sustancia negra”, para que lo que sé de ti no condicione ni mi lectura ni mis preguntas, si te parece bien.

- Julián Hernández (J.H.): Bien, eso me gusta.

- B.M.: Sobre un paisaje de fondo apocalíptico provocado por el descubrimiento de la verdadera muerte de Jesús se desarrolla una trama principal: el secuestro de B por parte de Insecto Palo a fin de torturarlo hasta la muerte, trama con una cierta coherencia temporal que marca la periódica caída de las gotas trepanadoras (plic, plec, ploc, pluc). Jalonando este proceso se desarrollan múltiples subrtramas, a cada cual más delirante (hada, ladrón de deseos, bajada a los infiernos, secta de los metatarsianos…) todo ello formando un pequeño caos. Como afirma uno de tus protagonistas, ¿sólo el caos nos salva del caos?

- J.H.: Lo que nos salva del caos es entender que estamos instalados en el caos. En ese sentido sí que nos salvaría, entendiendo que el caos es nuestro estado natural. Pero, evidentemente, esta salvación sería un espejismo, porque al final, si estamos instalados en el caos es que estamos abocados al desastre. Pero también es cierto que en el siglo XX se estudiaban cosas como la lógica del caos, las matemáticas fractales y cosas de este tipo, que son mucho menos cuadradas que lo que pensábamos anteriormente. Antón Patiño, un pintor de Vigo, decía que artistas como Jackson Pollock no serían entendibles sin la bomba atómica, que sería el equivalente al caos definitivo. La forma de pintar de Pollock es como la desintegración atómica de todo. En mi novela el caos es una referencia contínua, todas las cosas son muy caóticas y por eso he intentado que haya una secuencia de tiempo que ayude a que exista cierto ritmo de narración. Pero vamos, eso lo he intentado agarrar como he podido.

01.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández

- B.M.: En "Sustancia negra" hay una senda central, de la que te vas saliendo con mil tramas paralelas, para luego volver otra vez a la senda.

- J.H.: Así es. Y la novela había que agarrarla, porque de repente una de las subtramas se te iba y veías que te estabas saliendo demasiado, que no debías salirte más porque había que volver a la historia principal. Y esa ha sido la tensión entre el pilar, la senda central, y los desvíos para luego volver a la senda; ha sido como una especie de tira y afloja.

02.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández- B.M.: Me ha gustado mucho el recurso que has elegido para insinuar la progresión temporal, utilizando el sonido de la gota trepanadora cada pocos segundos. Esto da la sensación de que la trama central va avanzando en el tiempo.

- J.H.: Esa era un poco la idea. Traté de poner una especie de código de tiempo a la destrucción del cerebro de B y, en ese sentido, lo único que se me ocurrió fue ir cambiando las vocales. Del "plic" inicial va pasando al "plec", al "ploc" y al "pluc" según la gota va tocando hueso, encéfalo, etc. No suena igual una gota de agua cayendo sobre madera, sobre metal o sobre otro elemento.

- B.M.: Insecto Palo secuestra al azar a uno de sus vecinos para torturarlo a través de la hidrotrepanación, pero en realidad yo creo que la verdadera tortura para B, más que la gota de agua, es soportar la verborrea del secuestrador.
 

- J.H.: (Risas) Estoy de acuerdo con eso, sí.

- B.M.: De hecho, en un momento dado, en uno de sus parlamentos Insecto Palo afirma: “Todo lo malo, todo lo chungo, pasa por culpa del lenguaje, de la palabra, del logos, del verbo, del discurso, de la letanía, del cuento de Calleja… ¡Somos los sujetos capturados y torturados por el lenguaje!”. Esta parrafada tendría un cierto toque erudito al rematarla con la frase de Lacan. ¿Compartirías la opinión de Insecto Palo?

- J.H.: Hombre, ahí lo que está haciendo Insecto Palo es meter mucho la pata, porque claro, B se está cagando en sus muertos, pensando: "Y eso precisamente lo dices tú, que eres un plomo de tío que no haces más que hablar". Pero sí es verdad que si no tuviéramos la palabra no daríamos tanto el coñazo. Lo que pasa es que el concepto del lenguaje, entendido como el logos, al final se convierte de algún modo en una tiranía.

Eso que comentas está muy bien visto, yo creo que la tortura de la gota en la frente acaba pasando casi a un segundo plano y lo que hace el bicho es largar rollos de los que su víctima no se puede defender. Tampoco se puede defender de la gota pero de los rollos es imposible, le va a seguir soltando unos rollos macabeos de mil demonios. Yo creo que, efectivamente, la tortura es doble; por un lado, la cosa realmente tétrica, macabra y morbosa de la tortura física, pero también la tortura intelectual a la que somete al otro, que es salvaje.03.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández

- B.M.: Para seguir con el tono erudito, esto me ha recordado una frase de Wittgenstein que hablaba de la reja lingüística. Él decía: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Donde acaba la palabra acaba el mundo, de alguna forma hay una reja ficticia que se encuentra donde acaba mi lenguaje.

- J.H.: No conocía la frase de Wittgenstein pero es cierto. De lo que no se puede hablar, para nosotros no existe. A mí eso me llama mucho la atención, porque las religiones monoteístas -especialmente el judaísmo pero en realidad sucede en las tres- el nombre de Dios no se puede pronunciar. Y entonces, si no se puede pronunciar, es que Dios no existe. Es increíble que esto esté en la base de estas religiones. Es después en el evangelio de Juan cuando se dice que en principio era el verbo; por lo tanto, solamente Dios puede hablar. Pero claro, el día en que Dios te hable por la calle te puedes poner de miedo. Como le pasó a Pablo de Tarso, precisamente, el día en que se cayó del caballo.

- B.M.: Pablo de Tarso, uno de los personajes de tu novela.

- J.H.: Claro, Pablo de Tarso, que cuando le habla Dios dice: "¿Tú quién eres?" La palabra es un arma también y que no se pueda nombrar a Dios es una cosa curiosa.

- B.M.: En el primer párrafo de “Sustancia negra” defines el edificio en el que se desarrolla la trama como “cachaverosódico”. Yo he buscado esta palabra en el diccionario y no la he encontrado por ninguna parte.

- J.H.: Yo también la he buscado, sin éxito.

- B.M.: Luego leí una entrevista tuya en la que explicabas que era una palabra que utilizaba tu padre.

- J.H.: Sí, pero yo usaba esta palabra sin ningún problema, hasta que alguien me dijo que no existía. La busqué también, porque me dije que tenía que existir. Pensé que podía ser una palabra coloquial y que no estaría en el diccionario de la RAE pero que podría estar en otro lado, pero no existía en ningún sitio. A mi padre le dio por morirse y me enteré después de su muerte de que la palabra no existía, así que no pude preguntarle de dónde rayos la había sacado. Mi madre no lo recuerda, conocía la palabra perfectamente pero no sabía de dónde la sacó. Estoy intentando escribir una especie de decálogo para tratar de explicarme a mí mismo cómo podría explicar lo que significa "cachaverosódico".

04.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández

- B.M.: Yo le veo cierto parecido con "carpetovetónico".

- J.H.: Es verdad que se parece a "carpetovetónico", yo pensaba que era una palabra de ese tipo y es cierto que muchas de las cosas carpetovetónicas son cachaverosódicas; España es así. Lo que pasa es que cachaverosódico no es exactamente carpetovetónico, es un concepto más amplio. Pero sí que tiene un aire, yo siempre lo he pensado también.

- B.M.: Empiezas tu libro definiendo el edificio como cachaverosódico y esto, además de un homenaje a tu padre, es una declaración de intenciones. Yo creo que este adjetivo se podría aplicar a toda la novela en el sentido que tú le das a esta palabra: forma de calificar “la realidad percibida como absurdo y el absurdo como la cosa más real”. 

- J.H.: Sí. Y esta definición tiene que ver además con el lenguaje. Al lenguaje puedes retorcerlo hasta límites salvajes para llegar a lo que aparentemente es un absurdo; pero claro, esto tiene un poco que ver con el cableado cerebral. La palabra no era en absoluto un homenaje, explico lo de mi padre porque no se me ocurre otra manera de decirlo. Sencillamente, me salió así la frase. Alguien me decía que la palabra tiene ese sonido, como el que tiene carpetovetónico, que parece que lo puedes entender casi a la caída, sin más explicaciones.

08.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández- B.M.: Sí, más o menos pillas el sentido del "palabro" sin necesidad de explicaciones. Otra cosa que me ha parecido interesante de "Sustancia negra" es que B, el secuestrado, intenta salvarse aplicando la lógica formal y desarrolla una serie de silogismos con el objetivo de centrar su mente y anular “tanta cruel estupidez y tanta estúpida maldad”, una combinación de premisas mayores con premisas menores y conclusiones cada vez más surrealistas e inverosímiles, que violan todas las leyes de la lógica formal aristotélica. Esto me ha hecho pensar que la lógica, en definitiva, no es lo que nos salva; lo que nos salva es la contradicción.

- J.H.: Qué bueno, qué bonito es eso. Es que la lógica tiene ciertos problemas. Yo estudié un par de años de Filología y estaba la asignatura de Lógica y uno de los libros que más me han gustado en mi vida es la "Introducción a la Lógica formal" de Alfredo Deaño, que era profesor de mi Facultad y murió en los años en los que yo estudiaba allí. Es un libro estupendo que tiene cosas buenísimas y, entre otras cosas, reconoce muchos límites de la lógica. Porque hay mucha gente que se ha dedicado a la Lógica Matemática que poco menos cree que el mundo es explicable a través de ella y eso no es así.

- B.M.: La lógica es otra reja parecida a la del lenguaje.

- J.H.: Sí, otra reja, totalmente. Ese afán de la lógica por explicar absolutamente todo lo que existe me parece demasiado pretencioso. Lo que pasa es que al cargarte la Lógica Aristotélica siempre acabas sacando cosas muy divertidas. En el libro de Deaño, por ejemplo, salen cosas divertidísimas sacadas de Lewis Carroll y gente parecida, como tratar de poner en lenguaje formal la frase "¿Puede una ostra estar traspasada de amor?" y calcularla. Es algo casi demencial. Ese libro ha tenido una influencia brutal sobre mí. En él hay una historia escrita por el propio Deaño usando seudónimo; se trata de un caso policíaco en el que una orquesta hace como que toca cuando en realidad está haciendo play-back con un disco que está detrás y se produce un asesinato, a alguien le rebanan el cuello con ese disco afilado. Eso sale en la canción "Bailaré sobre tu tumba". Yo dejé la Facultad pero ese libro ha seguido siendo un libro de cabecera para mí y me siguió influyendo después.06.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández

- B.M.: Como tu libro ha sido tildado de dadaísta he traído "La huída del tiempo" de Hugo Ball, uno de los principales teóricos del dadá

- J.H.: Conozco este libro, es el diario de Hugo Ball. Me interesa mucho el tema, me compro todo lo que sale de dadá. Es un libro buenísimo.

- B.M.: He rescatado una idea de Hugo Ball que quería comentarte. Según los dadaístas, la contradicción es la manera en que se expresa genuinamente la vida.

- J.H.: Es verdad. Yo estoy totalmente de acuerdo con eso. Asumir que las cosas tengan que tener una solidez máxima a mí me parece un error, porque yo creo que vivimos en una contradicción permanente. Y en cierto sentido hasta la ciencia da un poco la razón a esto; por ejemplo la mecánica cuántica, que no hay Dios que la entienda, cuando te explican dos o tres cosas sobre ella te parece totalmente absurda, contradictoria con la experiencia física diaria.

- B.M.: Va en contra del sentido común.

- J.H.: Exactamente. Es algo que tú piensas que no puede ser. Y si la ciencia ya ha llegado a algo que a nosotros nos parece totalmente contradictorio e ilógico, te preguntas: ¿Entonces cuál es el estado natural de la materia, el estado nuestro? El caos.

- B.M.: Los silogismos que formula B me han recordado un poco a los koan, que son unas fórmulas que usan los maestros zen para romper los procesos lógicos de los estudiantes budistas. Son frases sin sentido que tratan de dejar al alumno en plena contradicción para que pueda pasar a otro nivel cognitivo.

- J.H.: Algo he leído de eso, pero no lo había leído tan bien explicado, ahora lo entiendo mejor. Los maestros zen siempre dicen unas cosas rarísimas.

- B.M.: También he rescatado una frase de los "Manifiestos dadá" de Tristan Tzara que tiene que ver con tu libro y que, casualmente, trata sobre un insecto. Los dadaístas llaman a la lógica "miriápodo enorme que asfixia a la independencia. Casado con la lógica, el arte viviría en el incesto, engullendo, tragándose su propia cola siempre su cuerpo, fornicándose en sí mismo, y el genio se volvería una pesadilla asfaltada de protestantismo, un monumento, una pila de intestinos grisáceos y pesados".

- J.H.: Los "Manifiestos" también los tengo, pero en otra edición. Qué buena, no recordaba esta frase de Tristan Tzara, voy a volver a leer los "Manifiestos". Y además utilizan la imagen del insecto. Otra cosa curiosa sobre insectos se da en el "Finnegans Wake" de James Joyce, que es un completo caos fuera de control, una absoluta locura. El protagonista se sueña a sí mismo como un insecto (una tijereta, en realidad) y la explicación que da Anthony Burgess (que supongo que entendía el libro de Joyce, no sé si porque bebía la misma cantidad de alcohol que él, sería de los pocos que lo entendían) es que él se convierte a sí mismo en un insecto porque no soporta la palabra "incesto". Tiene pensamientos incestuosos con su hija pero su cerebro, al no admitir la palabra "incesto" porque es muy fuerte, cambia una letra de sitio y le convierte en el sueño en un insecto. Ocurre lo mismo con esta palabra en inglés que en español, que sustituyendo una letra pasas de una a la otra.

Pero fíjate, no me acordaba de la idea del insecto que me has leído de los "Manifiestos dadá". Qué pasada. Y además un miriápodo. Me acabas de abrir todo un mundo, la frase es buenísima. La verdad es que Tristan Tzara escribía muy bien, a mí me encanta, sobre todo su poesía. Me parece un tipo absolutamente brillante. Y como te decía, cada vez que sale en las librerías algo de dadá, lo compro.

05.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández

- B.M.: Hay un libro muy interesante que leí hace tiempo que contaba que Lenin (antes de ser la figura política que conocemos) vivía en Zurich muy cerca del Cabaret Voltaire y de vez en cuando iba. Se hizo amigo de Tristan Tzara y se tomaba con él copas alguna vez. Es un libro muy curioso que narra todo esto y trata de explicar de qué manera el dadaísmo pudo influir en Lenin, en sus teorías.

- J.H.: Qué bueno, eso lo sabía, yo también he leído alguna cosa al respecto. Y además, justo en ese momento en que Lenin estaba en Zurich y acudía al Cabaret Voltaire también estaba viviendo por allí cerca Joyce, escribiendo Ulises. Pero no creo que Joyce supiera de la existencia de Tristan Tzara, no consta en ningún sitio. Pero es curioso que estuvieran estos tres personajes (Lenin, Tzara y Joyce) viviendo allí en el mismo momento, imagínate, toda la revolución soviética basada en dadá (risas). Pues vete tú a saber, puede que el dadaísmo influyera de alguna forma en Lenin. No deja de ser curioso pensar qué harían Tzara y Lenin juntos, qué extraños compañeros, tomando copas a las tantas, allí dentro.

- B.M.: Sí, menudo Cabaret debía ser ese... Lo que daría yo por haber estado. ¿Te imaginas que hubieras podido tocar allí?

- J.H.: Uf, sí, claro... Fíjate que en mi libro me cargo "The cavern", pero el Cabaret Voltaire ni lo toco, eso es sagrado. La verdad es que allí había gente muy inteligente y técnicamente muy buena, lo que hacían no era ninguna gamberrada ni ninguna tontería. No hay más que ver los "Manifiestos dadá", que en el fondo tienen mucha sustancia, son geniales.

- B.M.: Volviendo a tu libro, tú defines a “Sustancia negra” no como una novela, sino como un artefacto o un chirimbolo de ficción, cuyos referentes podrían ser por una parte Ramón Gómez de la Serna y por otra las series creadas por el cómico inglés Rik Mayall, al que por cierto dedicas el libro y que era conocido como el príncipe del humor postpunk, especializado en papeles extremos que iban del ultraidiota al ultracanalla. Es decir, en tu artefacto se combinaría el ingenio verbal lúdico y creativo y el humor negro y bestia.
09.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández

- J.H.: Es que las dos cosas forman parte de la manera de entender un poco la jugada. A mí me ha gustado Ramón Gómez de la Serna con sus greguerías de toda la vida, pero la iluminación que supuso ver "The Young Ones" de Rik Mayall en la Televisión de Galicia fue tremenda. La forma en que están escritos los diálogos de Ben Elton y todos estos cafres a mí me venía de perlas para escribir los diálogos de mi novela. Es cierto que es un tipo de humor salvaje y postpunk, es totalmente nihilista, destructor y sin concesiones. Le dediqué mi libro a Rik Mayall por una casualidad: la añadí cuando estaba empezando a maquetar todo el artilugio y ese día murió Mayall. Decidí ponerle a él en la dedicatoria para cambiarla más adelante, pero no la cambié nunca, ahí se quedó. No la cambié porque al final me di cuenta de que Rik Mayall para mí era una referencia estratosférica.

- B.M.: Yo suelo tener muy en cuenta las dedicatorias y los agradecimientos que los autores hacen en su libro, a veces dan pistas importantes.

- J.H.: Sí, aunque si se la dedicas a tu hijo o a tu prima, no tanto. Eso es cariño y ya está. Y los agradecimientos de mi libro se los hago a personas concretas, aunque también están mis dos gatos Esplendor Geométrico y Chas Smash. No se dice en ella que son gatos, pero sí pone que sería una sorpresa morrocotuda que se leyeran el libro. Si viera a mis gatos leyendo el libro me daría algo, sería la contradicción y el absurdo llegado al paroxismo (risas). Pero las dedicatorias no son una tontería, ni las citas. 

- B.M.: Para acabar quisiera preguntarte sobre el agua, que está presente durante todo tu libro.

- J.H.: Mira, pues eres el primero que me lo pregunta.

- B.M.: El agua aparece en la tortura por hidrotrepanación, en la secta de metatarsianos que practican la hidromancia, en el capítulo de los robadores de deseos que saquean todas las fuentes del mundo, incluso en el viaje del Papa, que en vez de hacerlo en avión lo hace en barco, en medio de una tormenta. Me ha gustado mucho el Capítulo 16, donde también aparece el agua. En él relatas un caso de estrés hídrico en la comunidad de propietarios que provoca la división de los vecinos entre hidrofóbicos (odian lo acuático) e hidromaníacos (sienten pasión por el agua) y esto acaba derivando en disfunciones ideológicas, que transforman a los primeros en “vanguardistas, veganos y de izquierda radical” y a los segundos en “retrógrados, meapilas y protaurinos”.

- J.H.: Sí, la verdad es que se vuelven todos tarumbas. Parece que les hayan echado LSD en el agua a unos y los otros no sé por dónde lo habrían absorbido, quizá por los poros. Eres el primero que se da cuenta, pero la historia del agua era premeditada. A raíz de lo de la gota he ido sacando episodios con agua. Hay agua por todas partes. Algunas cosas las tenía pensadas desde el principio pero otras me fueron surgiendo durante la marcha, como lo de los metatarsianos con la hidromancia, que resulta que existe y estuve mirando en qué consistía. Pues va y es una técnica de adivinación por medio de mirar el agua, vete tú a saber cómo lo hacen. Pero sí, lo del agua se convirtió en una especie de motivo repetido que va saliendo.

07.Bruno Montano de Trabalibros entrevista a Julián Hernández

- B.M.: Por hacer una interpretación metaliteraria, me ha recordado al discurso de Foster Wallace "Esto es agua". Empieza con una anécdota en la que van dos peces jóvenes y se cruzan con un pez mayor, que les dice: "¿Qué tal el agua?" Y los peces jóvenes, cuando el mayor se ha ido, se miran el uno al otro y se dicen: "¿Qué es el agua?" Están tan rodeados de agua que ni la perciben.

- J.H.: Qué bueno. Tengo dos ó tres novelas de Foster Wallace en casa y aun no lo he leído, es una cosa que tengo pendiente. Pero voy a buscar el discurso y lo voy a leer. Normalmente leo dos o tres libros a la vez, a ver si pongo en la cola de los siguientes a Foster Wallace.

- B.M.: Yo uso un sistema: me pongo delante de una estantería de "libros empezados", cada uno lleva su separador. Me quedo frente a ella unos segundos y espero a que uno de ellos me llame. Lo cojo y ese día leo ese libro. Al día siguiente vuelvo a hacer lo mismo. Y a lo mejor en este momento tengo unos cien libros empezados.

- J.H.: Es que yo coincido contigo en que el libro es el que te llama. Y el libro tiene vida propia, es decir, cuando a lo mejor tengo dos o tres libros puestos en la cama alguno de ellos se coloca milagrosamente encima con algún movimiento extraño. Ese, que necesita que lo leas, se coloca el primero y se pone a tiro.

- B.M.: Me alegro de no ser el único que haga eso.

- J.H.: No, no, yo también lo hago. Estás cuerdo.

- B.M.: Hay gente que se sorprende porque eso le parece un caos y me pregunta cómo hago para acordarme de por dónde iba el libro. En realidad, a mí me da igual acordarme, yo lo que quiero es encontrar el libro adecuado para ese día.

- J.H.: Claro, estoy de acuerdo con eso también. Y si no te acuerdas de por dónde ibas le echas primero un vistacillo, o si no, pues sigues leyendo. A mí me pasa algo parecido. No es exactamente igual porque yo tengo muchos libros empezados pero no los tengo todos juntos colocados en una estantería, en mi caso es mucho más caótico y los libros tienen que sobrevivir librando entre ellos una lucha casi darwiniana, siguiendo la ley del más fuerte para tratar de colocarse el primero de la fila.

Desde Trabalibros agradecemos a Julián Hernández el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a los responsables del espacio multidisciplinar "La Chaise - retro & med" de Valencia el haber cedido un lugar ideal para esta conversación y a la editorial Espasa el haber hecho posible el encuentro con este autor.
Sustancia negra (Julián Hernández)-Trabalibros Julián Hernández Sustancia Negra La Chaise retro & med (Valencia)-Trabalibros
Compra el libro en Amazon.es:

libro

ebook Kindle

subir