Trabalibros entrevista a Santiago Álvarez, autor de "La ciudad de la memoria"

lunes, 5 de octubre de 2015
"Escribir es una oportunidad de aprender de la vida: intentar ordenar el mundo y que, al contemplar este orden, podamos atisbar algo de lo que hay tras este artificio".
Santiago Álvarez nació en Murcia pero reside en Valencia desde 2001. Es Director de Contenidos del festival de género Valencia Negra e imparte de forma habitual talleres de escritura creativa, además de cursos de Scrivener, un software específico para escritores. Ha escrito, protagonizado y dirigido musicales y obras dramáticas y también ha grabado discos con distintos grupos musicales. Se inició en su carrera como escritor con relatos, recibiendo premios por muchos de ellos en varios certámenes.

La ciudad de la memoria (Santiago Álvarez)-TrabalibrosBruno Montano de Trabalibros ha tenido la ocasión de entrevistarle sobre su primer libro titulado "La ciudad de la Memoria", "una palpitante novela negra" protagonizada por el detective Mejías y su inseparable ayudante Berta "que nos recuerda que el pasado, para bien o para mal, camina siempre junto a nosotros" (editorial Almuzara).

- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): En Vigata –Sicilia- el comisario Montalbano. En Atenas, Kostas Charitos. En Barcelona, el detective Carvalho. Y ahora, en Valencia, el detective privado Vicente Mejías. La novela negra mediterránea sigue ampliando horizontes. ¿Es un buen policía o un brillante investigador el que convierte en “negra” a una ciudad o ésta, para serlo, debe cumplir una serie de características previas que la hagan idónea para este tipo de historias?

- Santiago Álvarez (S.A.): Al comenzar a documentarme para la novela, algunos compañeros de mi círculo, El Cuaderno Rojo, me dijeron que Valencia no funcionaría como escenario. Me tentaron con Sicilia, con Oporto, con alguna ciudad nórdica. Esto me obligó a hacer un viaje interior que acabó por traerme de vuelta a Valencia, con más convicción que antes. La ciudad es un personaje más en mi novela, y no únicamente por motivos geográficos o ambientales, sino por lo que transpira en los temas propuestos al lector, independientemente del argumento. Valencia se ha vendido como el epítome de la modernidad pero es una ciudad vetusta e histórica, y los valencianos son a veces paradójicos y contradictorios, capaces de lo mejor y de lo peor. Valencia es, para mí y sin lugar a dudas, la ciudad de la memoria. Me alegro de que mis amigos estuvieran equivocados.


- B.M.: Michel Houellebecq, “l´enfant terrible” de las letras francesas, dice que sus personajes principales nunca son autorretratos suyos, pero siempre son proyecciones de alguna dimensión de su personalidad. ¿Qué has proyectado de ti mismo en Mejías y Berta?

- S.A.: Considero un error transferir nuestra personalidad a los personajes, puesto que entre ellos y los humanos hay reglas distintas. Sin embargo, es verdad que cuando uno escribe con el corazón no deja de imprimir su huella en lo que escribe: paisajes, temas… y personajes. Me parece que hay en mí más de Berta que de Mejías. Creo que aún queda en mí ese idealismo, esa ilusión por cambiar el mundo y la capacidad de aprender. En cuanto al detective, he vertido algo de la amargura que nos tienta cada día con hacernos arrojar la toalla, el gusto por lo clásico y cierto tipo de humor, fino e incisivo, que pensaba que podía funcionar muy bien en la historia.

01.Bruno Montano entrevista a Santiago Álvarez

 - B.M.: En “Negra espalda del tiempo” Javier Marías reflexiona sobre el modo en que la ficción acaba modificando la realidad, de cómo las criaturas acaban influyendo en el creador. Esto me sugiere una pregunta que completaría la anterior. ¿Qué han proyectado Mejías y Berta en ti? ¿Estos personajes de ficción creados por ti cómo han podido y en qué medida modificar tu realidad o tu personalidad?

- S.A. Esto es otra cosa. La creación literaria es algo curioso, existe entre la literatura y la vida como un continuo ciclo. Aristóteles nos dijo que la ficción imita a la vida, y después Wilde nos dijo que es la vida la que imita a la ficción. Creo que la ficción y la realidad se encuentran en un estado de continua interacción, lo queramos o no, invadidos como estamos por modelos de comportamiento con los que tropezamos en las novelas, las películas, las series. Así que escribir es, creo, una oportunidad de aprender de la vida: intentar ordenar el mundo y que, al contemplar este orden, podamos atisbar algo de lo que hay tras este artificio. Uno empieza componiendo personajes como Berta y Mejías, pero luego ellos tienen su propia naturaleza de la cual aprendo también yo. Al ser tan distintos, Berta y Mejías me han ayudado a entender mejor a la gente, a aceptarlos tal y como son. Y, quizás, han reforzado en mi el sentimiento de que ser íntegro, o intentar serlo, es una de las pocas tareas con sentido de nuestra vida. Y que además compensa.


02.Bruno Montano entrevista a Santiago Álvarez- B.M.: La trama es a la novela lo que el andamio a un edificio. Este último debe mantenerse en pie una vez retirada la estructura externa que permitió construirlo. Abusar de la trama, incluso en las novelas de género, puede arruinarlas en el sentido de dejarlas reducidas a un puro encabalgamiento nervioso de peripecias. Si le quitamos su potente trama a “La ciudad de la memoria” el edificio se sostiene. ¿Era ésta tu intención? ¿Cómo has conseguido que esto ocurra?

- S.A. Siempre digo que mi intención no era escribir una novela de detectives. Creo que eso es algo que ya ha hecho mucha gente antes que yo, y seguramente mejor. Es un surco muy profundo, que ya han arado otros. Realmente quería plantear ciertos temas como el peso del pasado, la fina diferencia entre la realidad y la ficción, la inutilidad de los bandos, la conciliación entre lo viejo y lo nuevo, lo pausado y el progreso. Para eso concebí primero a Mejías como un personaje frontera, un tipo que vive entre las trincheras de la vida, sin adherirse a ningún bando, en lo que me ayudó el cliché detectivesco. Mejías odia el presente, por lo que ha decidido vivir en el pasado. El engranaje se completa con Berta, que es todo lo que Mejías no es. Ambos generan un mundo especial a su alrededor, que es lo que me permitió plantear los temas que me interesan, por supuesto sin descuidar una trama potente, que es el vehículo para no perder al lector.


- B.M.: La relación entre Mejías y Berta es blanca, sin tensión sexual, paternofilial, pero en un plano más profundo vemos que es simbiótica. Un Mejías quijotesco que “desface entuertos” con arrojo es complementado por una Berta “sanchopancesca” que afronta la vida con mucho sentido común, prudencia e inteligencia práctica. ¿Entre ambos recrearían al investigador perfecto?

- S.A.: No estoy seguro de que tal cosa exista. Sin embargo, es evidente que uno mejora al otro. Mejías vive voluntariamente en el pasado, que para él brilla con la fuerza de lo auténtico; por lo tanto es un conservador. Además, el detective es un rebelde que no acepta las normas. Berta, por el contrario, representa la fe en lo moderno, el gusto por lo rápido, las nuevas tecnologías, etc, lo cual nos podría hacer creer que nos encontramos ante una transgresora; sin embargo, su educación rural y conservadora tiene mucho peso en su vida. Son por lo tanto una pareja de paradojas, contradictoria y tensa en ocasiones, cosa tan necesaria en contar una historia, pues ¿acaso nuestra vida no es sino un conflicto continuo que nos moldea y nos determina? 

El símil cervantino es atinado. Suelo decir que, igual que Alonso de Quijano ha leído demasiadas novelas de caballería, Mejías ha visionado demasiadas joyas del cine negro de los años 40 y 50 y por eso sale a combatir, no contra gigantes, pero sí contra “los malos” o, en el sentido más arquetípico de la palabra, contra la sombra que amenaza con llevarse la luz de nuestra vida. Berta surge como un Sancho Panza prudente, práctico y competente, irrenunciable muleta para que Mejías tenga la oportunidad de salir airoso. Lo único seguro es que ambos aprenden mucho el uno del otro.03.Bruno Montano entrevista a Santiago Álvarez


- B.M.: Siguiendo la metáfora quijotesca, Mejías encuentra su fuente de inspiración no en las novelas de caballerías, sino en las películas clásicas de cine negro. Este género cinematográfico para él, más que un refugio o una evasión, ¿es un oráculo en el que se esconde mucha sabiduría?

- S.A. Mejías le pregunta a Berta cuando la conoce: “¿Qué es para ti el cine?”, lo cual desconcierta a la muchacha. Lo cierto es que, para Mejías, se trata de una cuestión capital, que plantea el tema de la diferencia entre la ficción y la realidad. En la novela yo trato de invalidar la ecuación tradicional de ficción=mentira y realidad=verdad. La verdad es algo que podemos encontrar en ambas, en la vida y en la buena ficción. De hecho, encontrar la ficción en la vida es casi imposible: hay miles de puntos de vista, de sucesos simultáneos, de subjetividades y consideraciones ante un mismo hecho. Sin embargo, la ficción, como la ciencia, ordena todo esto y nos permite alcanzar algunas certezas. Y el cine, desde luego, funciona para Mejías como este oráculo donde atisbamos lo que se esconde tras lo incomprensible de la vida. Y también es
 para el detective una guarida donde lamerse las heridas infringidas por el camino hacia la verdad.


- B.M.: El jazz es muy importante para Mejías. Le aporta algo de ese ritmo vital y existencial que él ha perdido. Al final consigue recuperarlo gracias a la “consoladora certeza de no bailar solo”. ¿La soledad forzosa y el infierno son el mismo lugar?

- S.A. La soledad parece un término negativo; pero no lo es necesariamente, sobre todo si se trata de una elección. Mejías ha elegido este camino, no porque quiera apartarse del resto de la humanidad, sino porque sabe perfectamente que nadie está dispuesto a adoptar su postura rebelde y a perder en cada frente si es necesario. Hasta que llega Berta, lo cual desconcierta profundamente al detective.

Podemos estar solos, sí, pero cuando suena la música y alguien nos invita a bailar con nosotros es difícil de rechazar la llamada de la danza. Somos criaturas sociales, y el baile al que aludes (los lectores tendrán que leer hasta el final) es un símbolo de esa armonía, de ese conciliación entre lo que somos y lo que podíamos ser, de nuestra luz y nuestra sombra. Al fin y al cabo la vida es eso: una danza de polos opuestos, en los que ninguno se impone del todo hasta el telón final.


04.Bruno Montano entrevista a Santiago Álvarez- B.M.: Introducir cambios temporales en el orden cronológico lineal de las novelas provoca interesantes efectos relacionados con la causalidad. A través de tres operaciones de la memoria (la historia de Mejías contada por César, los orígenes históricos de la familia Dugo-Escrich investigados y documentados por Martín y sobre todo las “Memorias de un millonario” escritas por Ernesto) incorporas el pasado de los protagonistas principales a la trama. ¿El pasado y su apuntalamiento a través de la memoria puede tener efectos devastadores sobre la felicidad? Tal y como dice uno de los protagonistas de la novela, ¿no hay hombre en la Tierra que no tenga nada que esconder y a quien no persiga su pasado?

- S.A.: No recuerdo ahora al autor de la frase: “el pasado es algo curioso; camina siempre a nuestro lado.” En mi caso, el peso del pasado y la certeza de la muerte son mis dos obsesiones fundamentales, las que de algún modo dan sentido a mi vida. Las que dan sentido al instante presente, por paradójico que parezca. 

El pasado es, evidentemente, uno de los temas fundamentales de la novela, y la figura de Mejías propicia estos saltos atrás. La trama principal se basa en una investigación actual, pero en la que los personajes están marcados por hechos anteriores, incluso protagonizados por personas que ya no están ahí. Algunos tratan de entender el pasado, otros buscan el poder, que es una forma de mirar al futuro, y otros se adormecen entre los placeres del presente. Todos son artificios profundamente humanos que utilizamos para enfrentarnos con ese monstruo informe que nos atormenta y al que no podemos detener: por mucho que escarbemos para ocultar nuestros secretos, estos saldrán a la luz en cualquier momento. Jamás estamos a salvo de nuestro pasado. Y eso es algo que muchas veces menospreciamos en el presente: un error que no perdona. 

La mayoría de las mentiras, si pensamos en ello, nacen de algo que sucedió en el pasado: “no, yo no he sido quien se ha dejado la luz encendida”; “no, me fui a casa pronto y no vi a mi exnovia”; “no, señoría, no fui yo quien el pasado 13 de abril asestó siete puñaladas a mi antiguo jefe”. Lo que hicimos en el pasado nos persigue en el presente, y nuestra defensa más usada es la mentira.

05.Bruno Montano entrevista a Santiago Álvarez

- B.M.: Mejías juega constantemente con la realidad y la verdad. Según César, su amigo y confesor, “Mejías piensa que algunas mentiras hay que vivirlas creyendo que son verdad”. Nuestro investigador transforma elementos reales a su antojo, novela la realidad para hacerla más interesante; los informes que realiza para el Colegio de Detectives son pura literatura. ¿Mejías sufre algún tipo de trastorno disociativo o es alguien que piensa que todo es ficción y lo mejor que puede hacer uno es escribir la propia?

- S.A. Lo interesante de Mejías es que es quien es por voluntad propia, porque así lo ha elegido él. Desde luego, no le gusta el presente que vivimos, la modernidad ultrarrápida y flash, y por eso ha elegido esa estética noir clásica, mucho más pausada y con más sabor. Y el cine, de nuevo el cine, que se postula como marco de esa ficción que muestra la verdad, de esas mentiras que hay que vivir creyendo que son verdades. Mejías ve en cada situación del presente una escena cinematográfica, donde todo debe ser preciso, medido y con significado. En definitiva, el mundo de Mejías, como el cine, es más interesante y satisfactorio. Al fin y al cabo, el mundo real es caótico, feo y vulgar, y todos lo simplificamos de alguna forma para hacerlo más habitable para nosotros, para conseguir ser felices en un mundo que no conoce la justicia ni su ausencia, y que en sí mismo no tiene sentido si nosotros no se lo damos. Mejías sencillamente opta por una fórmula extrema y más literal.06.Bruno Montano entrevista a Santiago Álvarez


- B.M.: Una de las más sutiles formas de inteligencia es la ironía, que sería algo así como el sentido del humor propio de los hombres lúcidos y desencantados. Mejías hace gala de una afilada ironía en todos los diálogos, especialmente en los que mantiene con Ángela, una de las dos “femmes fatales” de la novela. ¿Por duro que te golpee la vida, si mantienes el sentido del humor mantienes la cordura?

- S.A. Mejías mantiene un humor irónico que raya lo profesional. Primero porque es herencia directa de las novelas hardboiled y del cine negro de los 40. Mejías plagia a Bogart porque en realidad tiene interiorizado su modelo de comportamiento. Pero también la ironía es una defensa contra el mundo convulso de cada día, contra los poderosos y los ingenuos, los incautos y los despiadados. Mejías hace muy bien una cosa de la que carecemos los españoles, que es reírse de sí mismo. Si todo falla, si el plan acaba en desastre, Mejías sonreirá con la boca torcida y dará una réplica ingeniosa que de algún modo le devolverá cierto control del mundo. A Mejías le gusta provocar, seducir y entrar en el conflicto mediante el lenguaje. Tiene ingenio y una lengua afilada, y eso le hace sentirse libre. También sus acciones le rebelan, pero es su humor lo que evita que se sienta absurdo, precisamente cuando es más así: reírse de sí mismo derriba esa última muralla.

Por mi parte, debo decir, que el mayor desafío al que me enfrentaba era conjugar el humor con el drama. Me gustan las historias que nos hacen reír y llorar, porque creo que la vida es dolor y placer. No puedes excluir a una de las partes. Además, no somos dados a reflexionar sobre ciertas cuestiones de manera seria sin caer en el chiste ante lo que consideramos ingenuidad. El humor permite abordar temas que de otra forma no habría sido posible.


Desde Trabalibros agradecemos a Santiago Álvarez el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Al mismo tiempo, auguramos una larga vida literaria al detective Mejías y a su fiel acompañante Berta, una de las parejas de investigadores más personal y carismática de la novela negra contemporánea española.
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